Editorial


El Dique y el Sinú, delincuentes ambientales

Eliminar la entrada de sedimentos del Canal del Dique a la Bahía de Cartagena es el propósito principal para las obras en ese cuerpo de agua, convertido en un brazo poderoso del Río Magdalena, y que por lo mismo porta sólidos en suspensión y lodos de todo el país, muchos de los cuales van a dar a las partes neurálgicas del puerto local. Muchas personas aún están confundidas sobre las razones para intervenir el Canal, y se oye decir en cualquier parte –incluida la radio local- que es para mantener su navegabilidad, la cual es necesaria, pero no la condición principal. Es importante que todos los cartageneros comprendan que la sedimentación de la Bahía de Cartagena por parte del Canal del Dique tiene varias consecuencias: en primer lugar, amenaza de muerte la viabilidad del puerto porque le quita profundidad, y porque el delta del Dique avanza desde Pasacaballos hacia Tierrabomba de manera alarmante, y si no se atiende ya, cercenaría la entrada a la Bahía. En segundo lugar, el Canal del Dique acabó con el carácter coralino y salado de la Bahía de Cartagena y de la de Barbacoas, convirtiéndolas en estuarios con características distintas a las que tenían originalmente. Por otro lado, la sedimentación –en compañía del calentamiento global- mató la mayoría de los corales de ambos cuerpos de agua, además de afectar a los de las Islas del Rosario. Esta es una catástrofe ecológica para el archipiélago, ya que los arrecifes coralinos tienen muchas funciones, incluida la de proteger las islas de las olas y la de albergar cientos de especies marinas. De las obras del Canal del Dique, la esclusa antes de la Bahía de Cartagena es la más importante, ya que evitará su sedimentación, y a la vez permitirá la navegabilidad de ese cuerpo de agua dulce. No evitará, sin embargo, que le entren sedimentos a la Bahía de Barbacoas, ya que la solución aprobada no incluye esclusas hacia ese cuerpo de agua. Por lo anterior, aunque mejorará mucho su situación, las Islas del Rosario no estarán a salvo de la sedimentación totalmente, ya que una buena parte las atacará por Barbacoas, y sufrirán muchos arrecifes como el Bajo de las Tortugas o el de La Rosa. A pesar de lo anterior, hay que tomar algo de ánimo del adagio de que “lo mejor es enemigo de lo bueno”, y tendremos que conformarnos con esta solución parcial, a la que el Gobierno llegó después de casi dos periodos de arrastrar los pies. Las obras del Canal del Dique deberían hacer tomar conciencia a los cordobeses, sucreños, bolivarenses y al Gobierno nacional de que hay otro “delincuente” ambiental bombardeando con sedimentos al archipiélago de San Bernardo y a Isla Fuerte, como es el Río Sinú a través de la boca de Tinajones. Ese río también necesita obras para limitar los sedimentos que arroja al mar, y para restablecer su navegabilidad, al menos hasta Montería. Por lo pronto, aseguremos las obras del Canal del Dique, que harán mucho bien, pero no pensemos que éstas nos permiten dormirnos sobre los laureles.

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