Editorial


El ejemplo de la autoridad

Hace unos días, el DATT paró a un miembro de la Armada Nacional que andaba en moto y le pidió sus papeles como a cualquier ciudadano, pero el hombre sacó un arma corta de su bolso y se la pasó para la cintura, un gesto considerado de intimidación por los agentes del DATT. Los papeles de la moto no estaban al día y se armó un bochinche.
El comandante de la Fuerza Naval del Caribe (FNC), vicealmirante César Narváez, apoyó los operativos inmediatamente y exhortó a sus hombres a poner sus vehículos al día y a respetar la ley.
Trasantier hubo otro rifirrafe con algunos hombres de la Armada porque el DATT hizo nuevamente operativos en la entrada de la FNC en Bocagrande y al igual que sucedió con las motos, varios carros de los militares estaban sin los papeles al día. Esta vez también hubo inconformidad de parte de algunos afectados, desacostumbrados a ser sujetos de controles estrictos de otras autoridades.
El director del DATT, Edilberto Mendoza Góez y el Comandante de la Armada, emitieron un comunicado conjunto informando que ambos apoyan los operativos del DATT y que se continuarían con la participación de ambos. El Vicealmirante “confirmó que los agentes y el personal operativo del DATT cuentan con el apoyo y acompañamiento de la Fuerza Naval del Caribe”, para que no quedaran dudas de que nadie está exento de sus obligaciones ciudadanas.
Estos casos suceden muy cercanos al escándalo del senador Merlano, de Sucre, quien se negó a hacerse una prueba de alcoholemia cuando se la exigieron dos agentes de la Policía en Barranquilla y trascendió que tampoco tenía un pase para conducir. El general de la Policía Metropolitana de Barranquilla, quien apoyó a Merlano por encima de sus propios agentes, terminó renunciando y muchos colombianos esperan que el senador haga lo propio.
Recientemente el alcalde de Cartagena le dijo a la revista Semana, en medio de rumores que persisten, que había mandado a su hija al Dadis a hacer una auditoría de esa entidad de salud porque podría haber corrupción, olvidándose de que ella no es funcionaria pública, ni su investidura y autoridad como alcalde es extensible a su familia ni amigos, que nada tienen que hacer en ninguna dependencia distrital.
En Colombia nos cuesta entender el alcance de la autoridad propia de los cargos públicos de elección popular o de libre nombramiento y remoción, y de los estamentos militares, frente a la responsabilidad individual ineludible de todos los ciudadanos ante la ley, que antecede todo lo demás. Muchos ciudadanos se portan como reyezuelos al tener un mínimo de poder inherente a un cargo en vez de dar buen ejemplo.
Aplaudimos la reacción madura y pronta del vicealmirante, ejemplo para más de un funcionario público, jerarca castrense y para la comunidad en general. Narváez apoya al DATT para que sus tropas y empleados civiles entiendan que no solo no pueden arrogarse privilegios inexistentes en la ley e inaceptables en la práctica, sino que tienen que dar un gran ejemplo al resto de la comunidad.
¡Y tiene razón!

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