Editorial


El Emisario Submarino, la verdad sin lastres

El Emisario Submarino lleva doce años en gestación, y cuando los cartageneros creían tenerlo a punto, sufrieron un contratiempo aún incalculable en salubridad, tiempo y desgaste ambiental.
Y también en dinero, porque aunque los costos directos de la operación los tenga que asumir el contratista, EDT Marine Constructions, responsable de entregarlo listo para funcionar en Punta Canoas, los cartageneros tendrán que seguir asumiendo los costos de no tener el Emisario funcionando, es decir, los de un sistema obsoleto de disposición final.
¿Qué pasó y por que fracasó EDT Marine Constructions en llevar el Emisario Submarino sano y salvo hasta Punta Canoas?
Durante todo este fiasco fue evidente que no se le decía la verdad a la ciudadanía de lo que estaba pasando, en parte porque Acuacar trataba de “dorar la píldora”, achacándole los contratiempos a las condiciones meteorológicas, es decir, al oleaje y a la corriente marina, y a la vez se notaba que no sabía bien lo que ocurría, lo que implicaría no tener la mejor de las comunicaciones con el contratista, que era quien dirigía la operación.
La verdad es que fracasó el remolque del Emisario Submarino porque el remolcador que lo llevaba no tuvo suficiente fuerza para mantener la velocidad de 1,5 nudos para llegar a Punta Canoas en el tiempo previsto, y por lo mismo tampoco pudo mantener el rumbo trazado por aguas más tranquilas.
Decir que fueron la corriente –a la que voceros de Acuacar le atribuyeron una fuerza absurda e imposible de 28 nudos-, o que fue el oleaje, es admitir que hubo imprevisión al seleccionar el remolcador. Éste tendría que haber sido contratado por tener poder de sobra para superar unas condiciones previsibles e imprevisibles, y además, debería haber existido un plan B igual de robusto.
Al remolcador le pudo pasar una de dos cosas, o ambas: que no tiene la fuerza que sus operadores dicen que tiene, o que teniéndola formalmente, en documentos, no estaba en buen estado para desarrollarla durante este remolque tan exigente.
Luego viene la siguiente falla: si el convoy con el Emisario Submarino debería llegar a Punta Canoas entre las 6 y las 8 de la mañana del miércoles, y a pocas horas de salir casi cayendo el sol ya EDT sabía que el convoy no podía mantener la velocidad prevista de 1,5 nudos ni mucho menos mantener el rumbo, ¿por qué no despachó el remolcador Seatrout de inmediato, sino a las 10 de la noche del día siguiente, cuando ya la operación había fracasado?
Y este es el segundo componente: el remolcador de último momento. Si el Seatrout, atracado en Cartagena, cumplía los requisitos, pero estaba en proceso de nacionalización, ¿por qué la DIMAR se demoró un día entero para otorgar el permiso temporal y sólo pudo salir al rescate a las 10 de la noche, cuando ya el daño estaba hecho y sin que éste pudiera intervenir hasta que saliera el sol, perdiendo casi 24 horas cruciales?
La ciudad tiene que conocer la verdad sin lastres de este episodio, que además de tristeza, da vergüenza.

 

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