Editorial


El estadio que se merecía Cartagena

Tras la visita de la delegación de la FIFA el pasado domingo al estadio Jaime Morón, de Cartagena, los funcionarios de la entidad llenaron de elogios al equipo encargado de tener listo el escenario para el Mundial de Fútbol Sub–20 en agosto próximo.
El director de comunicaciones de la FIFA, Wolfgang Resch, dijo enfáticamente que había que “felicitar a Cartagena” por los avances en las obras, y el delegado Iñaki Álvarez se mostró sorprendido por esos avances.
La única preocupación que mostraron los delegados fue por el estado del césped, que a su juicio, “necesita un poquito más de atención”, pero casi enseguida ratificaron su optimismo en que Cartagena cumplirá.
Es curioso que muchos medios periodísticos del interior del país y algunos programas radiales de la ciudad hayan pasado por alto los comentarios elogiosos y el optimismo de los delegados de la FIFA, para concentrarse exclusivamente en la única advertencia que hicieron. Una cadena radial nacional tituló su información: “FIFA preocupada por estadio de Cartagena”, que aunque no es mentira, sí desconoce el resto de los comentarios, todos elogiosos.
Aunque hace unos meses también nosotros manifestamos nuestra preocupación por la demora en el avance de las obras y advertimos claramente que debía intensificarse la labor en el estadio para no quedar mal, hoy debemos reconocer que los avances mostrados resultan sorprendentes: el estadio Jaime Morón tiene una cara espectacular, ha sufrido una transformación enorme y ahora sí parece un escenario de lujo para el fútbol mundial.
Naturalmente, no hay que echar en saco roto la recomendación de atender con más cuidado el césped, al fin y al cabo la cancha es el centro vital del juego, pero no es justo exagerar esta preocupación, como si la FIFA hubiera dicho que el gramado era una porquería. En el tiempo que falta para el Mundial, no hay duda de que se tupirá mucho más.
Lo que debería preocupar, especialmente a la prensa local es el futuro del estadio de lujo que vamos a tener los cartageneros.
Es preciso establecer mecanismos adecuados y eficaces para evitar que los vándalos destruyan tan hermoso escenario. Hay que empezar a realizar campañas ciudadanas para que los hinchas entiendan que esta obra es para su esparcimiento y que deben cuidarla como si fuera su propia casa.
Pero, sobre todo, el Distrito, y en particular el Ider, deben diseñar un plan de conservación y mantenimiento del estadio, exigiendo a su mayor ocupante, el equipo Real Cartagena, que contribuya con generosidad, como es su obligación, a preservar el Jaime Morón del deterioro y el vandalismo.
Es necesario, incluso, que desde ahora se le impongan al club profesional de fútbol responsabilidades muy claras que impliquen inversiones económicas, porque después del Mundial Sub-20, será el beneficiado principal con la remodelación.
No hay duda de que Cartagena tendrá en pocas semanas el estadio que siempre se ha merecido por la fidelidad y constancia de su afición. De ahí en adelante, tanto esa afición como sus autoridades civiles deben demostrar que se lo merecen.

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