El país, y sobre todo la Costa Caribe, están llenos de festivales de distintas clases. Añadirle otro parecería una liviandad insoportable, pero este no es el caso del Festival de La Hamaca Grande, que será un evento anual en Cartagena a partir de este año, según lo anunció la alcaldesa Judith Pinedo. La primera versión honrará a Adolfo Pacheco Anillo, el compositor de la canción en estilo vallenato que le da nombre al nuevo festival, de muchas otras igual de buenas, y quien ha sido el defensor más agudo de la música de las sabanas del Bolívar Grande, incluida la música con acordeón, también autóctona de nuestra región. El Festival Vallenato en Valledupar ha sido tan exitoso, que a cualquier música en la que intervenga un acordeón la llaman erróneamente “vallenata” en el país. Si no tenemos el cuidado de escribir bien la historia, las generaciones próximas creerán que ese instrumento se inventó en Valledupar, y no en la Europa teutona. Bolívar y el Bolívar Grande, incluidos los Montes de María, son un emporio musical lleno de aires e instrumentos distintos. El acordeón fue tocado aquí al igual que en la Provincia de Padilla, la que no nos lleva ninguna ventaja musical, salvo en una publicidad de más de 30 años del género vallenato a través del Festival acaudillado por Consuelo Araújo Noguera y el ex Presidente Alfonso López Michelsen, principalmente. Desde el principio el Festival Vallenato discriminó contra los músicos no nacidos en su región, y entre las víctimas más notorias de este sesgo, afortunadamente inexistente de un tiempo para acá, estuvieron el acordeonista virtuoso Andrés Landeros y el compositor y también cantante, Adolfo Pacheco Anillo, quien escribió La Hamaca Grande precisamente como una respuesta al maltrato a nuestra música en un festival anterior, pero tampoco fue ganador allí con esta obra hermosa, menospreciada por el jurado en Valledupar. El Festival de La Hamaca Grande es entonces una necesidad, no un capricho, porque le dará un escenario digno a nuestra música raizal bolivarense y montemariana, que también incluye la que se interpreta con el acordeón, que no es inferior a ninguna, y sí mejor que muchas. Lástima que haya muerto Andrés Landero, cuya descolgada característica del acordeón justo antes de comenzar a tocarlo debería ser parte de este nuevo festival. La música del Departamento le debe mucho a este intérprete superdotado, especialmente de las cumbias, quien debería ser honrado también, aunque tenga que ser póstumamente. Para una generación de bolivarenses, el binomio musical de Landeros y Pacheco es indisoluble. El Festival de La Hamaca Grande también será enriquecido por la tradición de cantadoras como “Totó La Momposina”, Etelvina Maldonado y Petrona Martínez, entre otras figuras; por la música ancestral de gaitas, cuyo emblema son los Gaiteros de San Jacinto; y por la música de otros inmortales del porro y del merecumbé, como Lucho Bermúdez. Bienvenido entonces el Festival de La Hamaca Grande, que debería convertirse en el epicentro de la música bolivarense.
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