Editorial


El ganadero, la víctima

En Bolívar se da una discusión pública en el sector ganadero, motivada por la restricción de las exportaciones de ganado en pie mediante el Decreto 2000 del 8 de junio pasado, firmado por los ministros de Agricultura y Comercio, que afectó a los ganaderos vendedores, y por supuesto, a los exportadores, que alistaban un embarque para Oriente Medio.
Aunque algunos dijeron que el decreto los tomaba por sorpresa, Ricardo Sánchez, viceministro de Agricultura, le dijo a El Universal que los exportadores estaban advertidos de esta posibilidad desde septiembre pasado.
El fondo de la disputa es que el Gobierno y Fedegán coinciden en que Colombia no debería exportar ganado en pie, sino sacrificarlo en el país y exportarlo en canal para dejar aquí el valor agregado de ese proceso.
Argumentan que en el cénit de las exportaciones a Venezuela, que pagaba las reses colombianas en pie al doble del precio internacional, el país apenas recibió 200 millones de dólares, mientras que sacrificando las reses aquí, se podrían exportar cerca de 700 millones de dólares de carne en canal más o menos con las mismas cabezas.
La posición del Ministerio y de Fedegán es comprensible para la conveniencia del país, pero los ganaderos –que ganaban un poco más que de costumbre con las exportaciones en pie a Medio Oriente-, la creen una maniobra para favorecer a los frigoríficos y otros intermediarios, mientras que a quienes producen las reses no les entra un solo centavo de más, y el mayor valor queda “agregado” a otros bolsillos.
La esencia de la disputa es la misma de toda la vida. Los ganaderos siempre están casi quebrados, mientras que los intermediarios se lucran de ellos. Ocurre no solo en el mercado de la carne, sino también en el de la leche, donde las procesadoras se quedan con la crema y con la plata, y los productores con casi nada.
Los costos para los ganaderos están desbordados. Por ejemplo, las drogas veterinarias, con poco control de precios, son proporcionalmente mucho más caras que las drogas humanas y el gremio argumenta que así es como los grandes laboratorios farmacéuticos se desquitan del control a la medicina para la gente.
Cuando llega el invierno y aumenta la producción de leche con el pasto verde y abundante, las procesadoras comienzan a bajar los precios al productor, pero jamás le trasladan ese menor costo al consumidor. Igual ocurre con la carne, que casi nunca baja de precio para la gente de la calle, pero siempre desciende para el ganadero.
Como sabrá el lector, más de 80% de los ganaderos colombianos son pequeños, por lo que el sector tiene una importancia social alta. Muchísima gente depende de pocas reses y de tierras reducidas.
El Ministerio de Agricultura y Fedegán deberían abrir una discusión pública nacional y concertar políticas concretas para que no se extinga la ganadería por la pauperización de los ganaderos, y para que compartan las utilidades de los intermediarios de una manera justa. Solo así no habrá desabastecimiento en el país.

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS