Editorial


El Heredia Adolfo Mejía tiene que ser viable

El Teatro Heredia Adolfo Mejía cambió de administración hace un poco más de 20 días. Es muy poco tiempo para mostrar logros, pero suficiente para preguntarse qué herramientas administrativas tiene el Teatro. Cuando estaba a cargo de Raimundo Angulo y el grupo de personas que junto con él lo mantuvieron durante 9 años, el inmueble se manejaba con las normas básicas de una entidad privada. Es decir, que tenía la planta de personal indispensable para operar y mantenerlo, incluida una contabilidad para dar cuenta de los ingresos y egresos. Parte del éxito de la empresa privada sobre el sector público es su agilidad para tomar y ejecutar decisiones porque su tramitomanía es mínima. En el sector público ocurre lo contrario, aún cuando los funcionarios quieren ser eficientes, en primer lugar porque la ley exige algunos procedimientos que son dispendiosos, y en segundo lugar porque los funcionarios públicos en cargos de mando a veces no logran que sus subalternos se muevan a buen ritmo. El Teatro Heredia Adolfo Mejía tiene su planta de personal, pero no puede manejar sus ingresos directamente, sino que por haber retornado al control del Distrito, entrarán a las arcas del IPCC. Aunque hay una cuenta aparte especial, la administración del Teatro no podrá disponer de ella directamente para sus gastos, como cualquier empresa, sino que tendrá que hacerlo a través del IPCC. La administración del Heredia Adolfo Mejía tampoco podrá suscribir convenios directamente, sino que tendrá que proponérselos al IPCC y será éste quien los apruebe y tramite. Esta es una situación administrativa grave para el Teatro Heredia Adolfo Mejía, especialmente porque se sabe que viene arrojando pérdidas. Gracias al manejo y ayudas del Concurso Nacional de Belleza y la Sociedad Portuaria Regional de Cartagena, entre otros pocos, durante los nueve años que lo tuvieron a su cargo lo entregaron impecable. El Teatro ahora tiene que ser autosuficiente, un reto enorme por su poco aforo, por no existir una tradición teatrera entre la población cartagenera y porque traer eventos atractivos a Cartagena cuesta una fortuna que el Teatro no ha sido capaz de producir hasta ahora. Y, además, porque, al tener más uso se deteriorará más y requerirá más dinero para mantenimiento. Precisamente por medírsele a estos retos meritorios, el Teatro tiene que tener una agilidad que el Distrito debería entregarle de inmediato. Debería tener autonomía administrativa, naturalmente dentro de unos parámetros predeterminados y con una junta directiva presidida por el IPCC, además de las demás personas y entidades que puedan y quieran apoyarlo. Pretender manejar el Teatro con todas las cortapisas de la burocracia oficial sólo logrará enterrarlo en términos económicos, cuando lo que se quiere es sacarlo adelante, y sobre todo, que se lo apropien los cartageneros para generar una masa crítica local de consumidores de cultura. El Heredia no tendría que inventar nada, sino que podría adoptar un modelo administrativo similar al del Palacio de la Inquisición, cuyo manejo, bajo Moisés Álvarez Marín, ha sido muy exitoso. Ojalá que el IPCC y el Distrito procedan pronto.

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