Editorial


El índice de corrupción

Transparencia Internacional (TI) emitió ayer su boletín acerca de la encuesta anual de percepción de corrupción en el sector público de 180 países. Su presidenta, Huguette Labelle, asegura que en vista de los resultados de la encuesta, “ninguna región del mundo es inmune a los peligros de la corrupción”, especialmente ahora que los gobiernos de diversos países están soltando sumas enormes de dinero para estimular sus economías y rescatar algunas de sus empresas emblemáticas, y cuando se está dando ayuda considerable a países en guerra o con conflictos internos, para que establezcan la paz. TI asegura que la corrupción es peor allí donde hay conflictos de duración larga, y por lo mismo, instituciones débiles, penetradas para beneficio propio por quienes se disputan el poder. También afirma que es indispensable identificar dónde la corrupción bloquea la buena gobernabilidad y la responsabilidad de rendir cuentas claras. “Cuando las instituciones esenciales son débiles o no existen, la corrupción se sale de control y el saqueo de los recursos públicos alimenta la inseguridad y la impunidad”, dice TI, y añade que “la corrupción también normaliza una pérdida paulatina de la confianza en las mismas instituciones y gobiernos nacientes encargados de asegurar la supervivencia y la estabilidad”. Colombia perdió cinco escalafones en su ranking de percepción de corrupción, empatando con Brasil, Perú y Surinam en el puesto 75 (de 180) y con una calificación de 3,7 sobre 10, que es la nota más alta. Los Estados Unidos quedaron en el puesto 19 y con calificación de 7,5, mientras que Nueva Zelanda fue primera con 9,4; Dinamarca segunda, con 9,3; y Singapur tercero, con 9,2. Suiza ocupó el quinto lugar con 9,0, Alemania el puesto 14 con 8,0, y España el puesto 32 con 6,1. Los países peor librados fueron Irak, en el puesto 176 y 1,5 de calificación; Sudán, 176 y 1,5; Myanmar, 176 y 1,4; Afganistán, 179 y 1,3; y Somalia, 180 con una calificación de 1,1. Los prospectos para Colombia no son muy halagüeños, considerando las palabras de Huguette Labelle: “Frenar la corrupción requiere veedurías fuertes por parte de los parlamentos; un aparato judicial que funcione bien; agencias de auditoría y anticorrupción independientes y bien financiadas; una policía y autoridades que hagan cumplir la ley vigorosamente; transparencia en los presupuestos públicos, ingresos y flujos de ayuda; al igual que un espacio para medios independientes; y una sociedad civil vibrante”. En Colombia no sabríamos por dónde ni cómo empezar a mejorar la situación, aunque la clave y última palabra la tienen los electores en las urnas, donde deberían votar a conciencia y no por una conveniencia momentánea y con efecto de bumerán, que permite reelegirse a los mismos, volviéndose cada vez más cínicos y dispuestos a cruzar límites cada vez mayores en la carrera hacia el lucro personal a costa del erario. El índice de Transparencia Internacional es una herramienta útil que deberían consultar todas las personas que quieren vivir en un país y en un mundo mejor.

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