Editorial


El mar desconocido

El 8 de julio pasado, El Colombiano publicó una entrevista a Diana Gómez López, jefe de línea de Organización y Dinámica de Ecosistemas de Invemar, quien enfatizó que casi el 50% del territorio de Colombia es mar.
“Casi igualamos el territorio continental, la diferencia son 1 o 2 kilómetros, pero es mar que desconocemos…;Ese desconocimiento lleva a las personas que vivimos en el centro del país a incurrir en prácticas nocivas para la salud de los océanos…;”, dijo Gómez, quien añadió:
“La gente que está en el interior se puede preguntar: ¿yo qué tengo que ver con el océano?, pero se han hecho estudios que demuestran que las aguas del río Magdalena tienen influencia hasta Jamaica por las corrientes marinas. Pero también encontramos que en los corales había el mismo deterioro que en el territorio continental en la zona de influencia del río Magdalena, del Canal del Dique”.
Gómez entiende bien el daño del río Magdalena en el Gran Caribe y también la tragedia que ocasiona el Canal del Dique sobre los corales de los parques nacionales naturales Corales del Rosario y San Bernardo.
Faltó decir que la sedimentación que le aportan el Magdalena al Gran Caribe y el Canal del Dique al vecindario de Cartagena tienen el mismo origen: la deforestación de la cuenca del río a manos del 85% de la población de Colombia, que se concentra allí.
Sin embargo, cada vez que Cartagena le habla al Gobierno nacional del Canal del Dique y de la urgencia de evitar que siga haciendo daño dentro de la bahía de Cartagena y en las aguas coralinas de esta jurisdicción, parecería que fuera un problema local, y que estuviéramos pidiéndole un favor enorme cuyo otorgamiento depende de la magnanimidad del poder central y de qué tanto bajemos la testuz.
Cartagena va a tener que seguir el ejemplo del resto del país con el Gobierno, que solo parece atender los problemas, aunque sean espesos y palpables, cuando se los plantean mediante paros y tomas de carreteras. A los cartageneros deberían comenzar a pesarles las rodilleras que requiere cualquier gestión en los pasillos fríos del altiplano y la condescendencia con que se otorga la mínima “dádiva”.
El dragado del Varadero, que sería el segundo canal de acceso a la bahía, fue anunciado como “un hecho” por el Gobierno nacional hace más de un año, pero quedó relegado al olvido a pesar de su urgencia para el país y por supuesto, para la vida económica de la ciudad. No fue sino un anuncio más.
Así que tiene más que razón la doctora Gómez al decir que en el interior desconocen la mitad del territorio nacional y los efectos de la tala de bosques allí sobre el litoral Caribe y nuestra bahía.
Y si el Gobierno nacional se descuida, quizá pronto no habrá que hacer la gestión del Dique ante Bogotá, sino en Managua, que demandará aún más mar ante La Haya del que ya nos quitó.

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