Editorial


El Niño nos traerá más calor

El ministro de Ambiente y el director del IDEAM revelaron que el llamado fenómeno de “El Niño” se prolongará hasta finales de abril y comienzos de mayo del año próximo, con lo cual no sólo tendremos una disminución dramática de los recursos hídricos, sino que se incrementará la cantidad de radiación ultravioleta que llega a la superficie de la tierra, imponiendo un predominio del tiempo seco, y en consecuencia, del calor. El bajo nivel de los ríos, que empezó a perjudicar la generación de energía hidroeléctrica, se debe a que Colombia está viviendo el pico más alto del fenómeno, lo que mitiga un poco el efecto climático en los próximos meses, pero no eliminará del todo la posibilidad de desabastecimiento de agua en algunas zonas del país. “El Niño”, según los reportes que se tienen de su presencia histórica, afecta, entre otras variables ambientales, la temperatura del aire y la precipitación. Siempre se han presentado ligeros incrementos en la temperatura del aire en la mayor parte del país, pero especialmente en la Región Caribe, lo que significa que en Cartagena, debido a la humedad constantemente alta, la sensación térmica será mucho más agobiante. En tales circunstancias, la sofocación crecerá y como no hay verdaderas zonas verdes en la ciudad que puedan proporcionar pausas refrescantes, las personas mayores de 50 años deberán adoptar precauciones que los libren de efectos graves en su cuerpo, como las subidas de presión y sus secuelas cardiorespiratorias. La arborización de las ciudades es el principal antídoto contra el calor extremo, y otras alternativas no tienen la misma intensidad para mitigar las temperaturas altas. Por eso, tendremos que resignarnos a pasar menos tiempo en la calle, especialmente entre las 10 de la mañana y las 4 de la tarde, a buscar siempre la sombra protectora, y a consumir muchos líquidos, sobre todo agua pura. También se ha comprobado a lo largo de los años, que el fenómeno de “El Niño” afecta el régimen de lluvias, pero en este caso no hay un patrón común estricto, aunque en la Costa Caribe se ha reducido notablemente la precipitación, lo que podría considerarse una buena noticia para los barrios propensos a inundarse en invierno, pero mala para los productores de alimentos en el campo. En los últimos años, nos hemos quedado esperando inútilmente el crecimiento de árboles exóticos sembrados en puntos de encuentro colectivo de la ciudad, pero en este momento no hay una zona verde o una arboleda que dé sombra amplia y fresca. Menos mal que la última siembra de tréboles en el Camellón de los Mártires ya comienza a tener retoños, verdor que tanta falta le hace a este corredor que antes convocaba a las tertulias y hoy es un fogón inmenso. La carencia de zonas verdes es sensible para los habitantes de una ciudad tropical, y más si es turística. Es la oportunidad para que nuestros profesionales especializados propongan soluciones creativas y baratas, inspirándose en las estrategias tradicionales para luchar contra el tremendo calor que se viene.

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