Editorial


El oso manso

Rusia es la primera escala de una gira internacional del presidente venezolano Hugo Chávez, en una especie de recorrido por territorios que han sido epicentro de la desestabilidad mundial en los últimos tiempos, en los que están incluidos Irán, Siria, Ucrania, Belarús y Líbano. Al contrario de lo que el mandatario venezolano cree y proclamó ayer a todo pulmón al llegar a Moscú, Rusia no es lo mismo que la Unión Soviética ni trabaja a favor de “un mundo sin imperialismo”, y mucho menos se ha comprometido a que en ese mundo nuevo “no habrá lugar a la agresión”. En su jubiloso canto al desplome del imperialismo, Chávez se derramó en elogios a la desaparecida Unión Soviética –que fue otro imperialismo, pero sin libertad– y alabó que Rusia haya tomado su antorcha. ¿Se olvida el presidente venezolano la represión cruel de los brotes separatistas chechenos por parte del Ejército Ruso? ¿Se olvida de las acciones de control férreo para evitar veleidades independistas en Tatarstán o Bashkortostán, territorios contiguos a Chechenia? El mayor olvido de Chávez es, sin embargo, que Rusia tiene ambiciones imperialistas sobre los territorios de Osetia del Sur y Abjasia, y por eso su ejército está apoyando a los separatistas de esas zonas para independizarse de Georgia. Las que Chávez considera muestras de amistad solidaria por parte de Rusia, es decir, el acuerdo para la construcción de la primera planta nuclear de nuestro país vecino, no es más que una simple estrategia para garantizar que Venezuela le siga comprando aviones, armas o los sistemas de misiles de defensa S-300MPU-1, que iba a venderle inicialmente a Irán, pero no pudo debido a las sanciones de la ONU. El presidente ruso, Dmitry Medvedev, al anunciar el acuerdo de cooperación nuclear dijo lo mismo que hace más de 45 años dijo el premier soviético Nikita Kruschev, al anunciar el emplazamiento de misiles en los países más occidentales de la Cortina de Hierro: “No sé quién se pondrá nervioso por esto”, en una clara provocación a Estados Unidos, que ya reaccionó a través del portavoz del Departamento de Estado, Philip Crowley, quien dijo que su gobierno vigilará “muy de cerca” el acuerdo, aunque también aclaró que “las relaciones entre Venezuela y Rusia no nos preocupan”. Los contratos de venta de armas a Venezuela no son lo único ventajoso de las relaciones para Rusia, que ha recibido unos 4.000 millones de dólares por la venta de helicópteros, aviones, fusiles y armas de fabricación rusa, entre ellas 35 tanques con tecnología avanzada que entregará en pocos meses. También los dos países han firmado acuerdos para explotar yacimientos petrolíferos en Venezuela, cuyo gobierno aceptó darle a la compañía rusa Gazprom otra zona para sacar gas, pues hasta ahora no lo han encontrado en los sitios explorados. Suponemos que con el espíritu solidario que parece atribuirle Chávez, Rusia, ahora convertida en un oso manso, explotará el gas y sólo se quedará con una exigua parte de las ganancias, y el resto será para el pueblo venezolano. Sin darse cuenta, Venezuela hace el papel de un peón en la lucha geopolítica por el control del mundo.

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