Editorial


El pico y placa

El pico y placa es una medida que intenta reducir la congestión vehicular; la contaminación de los gases que emiten los motores, que afectan a la gente y, en el caso de Cartagena, a los monumentos históricos; y estimular el uso del transporte público.
El campeón del pico y placa en Colombia es el ex alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, quien lo implementó en la capital en conjunto con la entrada en servicio del Transmilenio, el sistema de transporte masivo de esa ciudad.
Peñalosa argumenta que el Estado debe favorecer el transporte público urbano sobre el particular porque es más sensato para el ambiente usar un motor para transportar a muchas personas, en vez de un motor por persona, como en los carros particulares; porque no es eficiente ni equitativo invertir el dinero del erario en vías para carros particulares, cuando el mismo dinero sería socialmente más eficiente gastado en educación o salud pública; y porque es más democrático juntar todas las clases sociales en el mismo medio de transporte público, cuando este es barato, eficiente y digno.  
Los argumentos de Peñalosa son muy buenos, pero serían más fáciles de defender en Cartagena si se cumplieran las demás condiciones que debería acompañar al pico y placa, cuando menos, que las autoridades de Tránsito sean tan eficientes, que mejoraran el flujo de los vehículos hasta donde es posible y el paso siguiente tiene que ser limitar el uso de los carros particulares. Esa condición, obviamente, no se cumple en Cartagena.
Aquí el pico y placa tiene la connotación de optar por lo fácil, al reemplazar la ineficiencia de las autoridades y la indisciplina social de la gente con una medida general que perjudica a buena parte de la ciudadanía.
Es indudable que el pico y placa tiene beneficios en algunas partes de la ciudad, como la avenida Pedro de Heredia y las demás grandes arterias viales, pero es inocuo en el corazón de la mayoría de los barrios residenciales, donde no solo no se justifica, sino que hacen operativos para capturar señoras que van y vienen del supermercado, en vez de utilizar esos agentes escasos en las arterias caóticas antes mencionadas, donde no se encuentra a un agente de Tránsito ni por casualidad. 
También es injusto que por reprimir el mototaxismo, una acción correcta del Estado, repriman también a los demás motociclistas, que utilizan sus aparatos para trabajar según lo permite la ley. Es decir, las autoridades de nuevo le trasladan a la ciudadanía las consecuencias de su propia ineficacia.
El Distrito debió implementar un pico y placa diferencial según los barrios y las vías, que tenga sentido práctico y sea eficiente para la circulación, y no ahogar a toda la ciudad con su incompetencia. Ojalá reconsidere la medida y la rediseñe de una manera racional.

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