Editorial


El revés de la ganadería

Según la columna editorial de hoy del presidente de Fedegán, José Félix Lafaurie, el panorama de la ganadería es desolador y ha tenido una caída “estrepitosa”, incluyendo una reducción de 16% en la cantidad de bovinos sacrificados, y de 18% en el precio del novillo gordo, que va del potrero al matadero. La mayor parte de la ganadería colombiana produce mediante el sistema de “doble propósito”, en el que el ganado se utiliza para obtener leche y carne. El doble propósito contrasta con la producción bovina especializada de leche o de carne, que se dedica exclusivamente a una de las dos. Tradicionalmente, la leche del doble propósito provee a los ganaderos de dinero en efectivo para el día a día de la explotación, mientras que la venta de terneros para levante es periódica, pero de ingresos mayores que entran juntos. Cuando la ganadería aún era buen negocio, la leche cubría todos los gastos, las terneras se utilizaban para crecer el hato y para reponer vacas viejas, mientras que los terneros eran vendidos para levante, es decir, para ganaderos que los vendían a cierta edad a los cebadores, quienes a su vez los vendían para el matadero. Según Fedegán, en Colombia hay unos 400 mil ganaderos con menos de 50 cabezas de ganado, y son la mayoría del sector. Ya se perdió la holgura que permitía el negocio hace varias décadas, y ahora quienes sacan cuentas saben que pierden dinero. Un productor de leche le dijo ayer a El Universal que a él le pagan el litro de leche recogido en su finca por 700 pesos, que es lo mismo que gana un tendero al hacer la intermediación todos los días. Los gastos del ganadero son grandes y sus insumos carísimos. Los precios de las drogas veterinarias son poco controladas por el Gobierno, dejando la sensación de que allí se desquitan los laboratorios por el control de precios a las medicinas para uso humano. En las explotaciones lecheras de doble propósito las vacas se ordeñan a mano y son una fuente importante de trabajo rural, ya que se requiere un obrero por cada 20 vacas, y éste hará otras labores de campo en la finca luego de ordeñar. Con la crisis ganadera, probablemente la mayoría de los lecheros preferirán dejarle la leche a sus terneros. Así llegarán a la edad del destete (cuando se lo quitan a la vaca) mucho más grandes y fuertes, y por lo mismo, obtendrán un precio mejor en el mercado. Lo malo de este cambio de rumbo es que muchos ordeñadores quedarían cesantes. Es una calamidad que en Colombia haya tanta gente malnutrida, para quien tomar leche y comer carne es demasiado caro. Un mercado interno fuerte salvaría a unos y a otros. Por lo pronto, la ganadería tendrá que aumentar su productividad de forma exponencial mediante la instalación de riego y el uso de técnicas modernas como el “Pastoreo racional”, y requerirá la ayuda del Estado para no desaparecer.

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