Incluso con el triunfo del candidato oficialista y heredero político de Hugo Chávez, Nicolás Maduro, las elecciones presidenciales de Venezuela marcaron una nueva etapa en ese país.
La mayoría de los venezolanos está cansada de la polarización política, el odio y la confrontación, que el fallecido presidente Chávez fomentó durante más de 15 años.
Pero una reconciliación no será fácil, porque el origen de muchos problemas de hoy en Venezuela está en su modelo socialista, que aunque haya sido nombrado del siglo XXI, es calcado del que fracasó el siglo pasado en gran parte del mundo, y allí un diálogo que dude de la Revolución Bolivariana no parece realista.
Tres flagelos sufre el país vecino: la inseguridad, el desastre económico y la inestabilidad institucional.
La inseguridad es escalofriante: el Observatorio Venezolano de Violencia dice que en 2012 se cometieron más de 19 mil homicidios, y aunque el Gobierno sólo admite 16 mil, para un país de casi 29 millones de habitantes, esto significa 54 homicidios por cada 100 mil habitantes, cuando el promedio en nuestra región es de 16.
Los pandilleros del populoso barrio caraqueño de Petare, muy vinculados al narcotráfico, mataron a 76 policías el año pasado. La misma fuente dice que solo en el 21% de los crímenes, los sospechosos son detenidos, 4% son juzgados y solo 1% es condenado.
La economía va mal en un país donde el gobierno tiene control absoluto de 21 actividades vitales y aplica programas de asistencia social costosos, posibles solo por el precio alto del petróleo.
En Venezuela escasean los alimentos, especialmente aceite, harina de maíz, queso y pollo, y es difícil comprar productos para el aseo.
Muchos productores de maíz, arroz o carne quebraron debido al ferreo y permanente control de precios, a la expropiación de tierras y a la falta de suministros. Venezuela solo come lo que importa.
La inflación se trepó a más del 20% en 2012 y calculan que será de 30% en 2013. El déficit fiscal llegó al 12% del PIB, la deuda pública creció un 55% el año pasado, el bolívar se devaluó varias veces y surgieron muchos tipos de cambio con gran actividad en el mercado negro.
Chávez aglutinaba el país, pero ahora la estabilidad institucional está amenazada por las divisiones dentro del propio chavismo, en sectores extremistas y fundamentalistas, sectores realistas y moderadas, y sectores simplemente oportunistas y clientelistas.
A eso se le añade la incertidumbre sobre las fuerzas armadas, ideologizadas por Chávez para sustentar su proyecto. De los gobernadores de las 23 provincias, 11 son oficiales retirados, y unos 1.500 oficiales activos o en retiro dirigen institutos del Estado nacionales y regionales.
Desaparecido Chávez, hay dudas sobre la lealtad de los militares a Maduro, en medio de un panorama tan crítico.
Venezuela afronta un reto sin precedentes en su historia.
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