Editorial


El Salado: carretera enmochilada

Desde diciembre de 2010, la Gobernación de Bolívar recibió del Invías los fondos para reconstruir las partes críticas de los 19,5 km de la carretera entre El Carmen de Bolívar y El Salado, uno de sus corregimientos. Las obras costarán 1.370 millones y la auditoría 130 millones de pesos, para un total de 1.500 millones de pesos.
Las mejoras consisten en dos “rieles” de cemento de 1 metro de ancho a cada lado de la vía –o placahuellas, como los llaman los ingenieros- construidos con parrillas metálicas de 15 cm de espesor, suficientemente fuertes como para soportar el tráfico de camperos y también de algunos camiones ganaderos.
Este sistema refuerza la superficie de rodamiento para los vehículos, mientras que el centro de la vía, que no soportará carga, también tiene 1 metro de ancho; aunque es menos fuerte y menos costoso, evitará la erosión por estar sellado en concreto. En total se construirán 2.000 metros lineales de placahuellas en los lugares que son intransitables sin estas, y que ayudarán a seleccionar los propios habitantes de El Salado, los más conocedores del camino y de su comportamiento en invierno.
El 15 de julio de 2011 –es decir, 8 meses después de desembolsarle los fondos a la Gobernación-, el subgerente de Invías, Jorge Arias, fue a El Salado a presentar al contratista y al interventor, y estimó que las obras estarían listas en cuatro meses, en noviembre de 2011. Pero a la fecha, no hay un solo metro de placahuella construido.
Mientras tanto, suceden dos cosas graves para culminar el camino: comienza la segunda temporada de invierno, cuyas lluvias son especialmente frecuentes y copiosas en los Montes de María; y continúa la destrucción del ya pésimo carreteable por parte de los camiones de la empresa Hocol.
Ésta busca gas, sin importarle los daños y perjuicios a la comunidad de El Salado y a las de los pueblos aledaños, que también utilizan esta vía para salir a la Troncal de Occidente y a El Carmen de Bolívar. No ha habido ninguna autoridad que meta en cintura a esta compañía, que en otras épocas y lugares resonaba por sus actividades de responsabilidad social empresarial, bastante olvidadas en su campamento de El Salado.
Así que ya va quedando claro el desenlace más probable de este episodio bochornoso: no habrá obras en esta carretera hasta diciembre, cuando los fondos habrán cumplido un año de haber sido desembolsados a la Gobernación y el pretexto serán las lluvias y no la demora inexplicable de este ente territorial para abrir y adjudicar la licitación.
Si hubiera algo de justicia, el lucro cesante de estos fondos y los perjuicios causados a la comunidad tendrían que ser asumidos por los funcionarios negligentes, y no por los habitantes de esta región asolada por la violencia, que lucha por salir adelante en contra de los elementos y de la burocracia.
Menos mal que El Salado tiene muchos ojos puestos encima, aunque convendría que los entes de control también miraran hacia allá.

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