Editorial


El temor de una crisis económica mundial

Por cuenta de la globalización financiera, la crisis económica de la Eurozona –ese conjunto de circunstancias que ha golpeado con dureza desde principios del año pasado a los 16 países miembros de la Unión Europea (UE) que tienen al euro como moneda única– también tendrá repercusiones en América Latina, aunque nuestra región está en una situación sólida para enfrentar mejor sus efectos.
Los rumores de la posibilidad de que, debido al alto nivel de su deuda, Grecia decidiera la cesación de pagos, desataron la crisis, pues ese país no cumplió los acuerdos económicos de la UE, asumió deudas demasiado abultadas y se dedicó a gastar sin control, lo cual aumentó su déficit presupuestario y llevó a los prestamistas a cobrar intereses más elevados a Grecia por sus préstamos.
Desde entonces, los países de la Eurozona han soportado las consecuencias de la crisis de confianza, lo que ha sido aprovechado por los inversionistas especulativos para devorar los bonos públicos de varios de ellos, sacudiendo sus mercados financieros y bursátiles, y produciendo que descienda aceleradamente el valor cambiario del euro.
La crisis se agravó hace casi un mes, cuando Grecia dijo que sometería a referendo un acuerdo que planteó la UE para mitigar sus efectos, pero tuvo un respiro cuando ese país desechó la idea y su Primer Ministro renunció para darle el cargo a un tecnócrata que venía del Banco Mundial.
La semana pasada, sin embargo, la crisis tocó a Italia, y esta vez la situación preocupó mucho más a los gobiernos del mundo, porque se trataba de la octava economía del planeta, la tercera de la Eurozona y el tercer mercado de bonos más grande del mundo.
Por otra parte, la deuda italiana es seis veces más grande que la griega, lo que por supuesto puso a temblar a las bolsas de valores de todos los rincones del mundo.
Cuando el parlamente italiano aprobó las medidas de austeridad propuestas por el gobierno y sugeridas por la UE, se desató una tormenta política que sacó del poder a Berlusconi después de 17 años, única forma de tranquilizar a los demás países europeos, pues la inestabilidad política sembraba dudas sobre el cumplimiento de los compromisos.
Es evidente que la economía influye notablemente sobre la estabilidad política de cualquier país y sobre la continuidad de la democracia en algunos, y como el sistema financiero internacional es una estructura de ramificaciones intrincadas y dependientes entre sí a lo largo y ancho del planeta, es obvio que los gobiernos latinoamericanos, entre ellos el de Colombia, comiencen a preocuparse por los efectos de la crisis europea.
Es que los ajustes económicos traen efectos sociales, en áreas como la seguridad, la educación, las pensiones y el crédito.
La ventaja que tenemos es que nuestra situación fiscal y de endeudamiento público es satisfactoria, y en cuentas corrientes de la mayoría de los países latinoamericanos muestran balances fuertes para resistir los cambios.
Pero hay que estar alerta, porque la situación de Asia, especialmente con las economías de India y China, sí puede afectarnos con más dureza, por lo cual hay que ser muy precavidos en los gastos.

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