Editorial


El Tren de Integración Caribe (TIC)

Ayer comenzaron los caribes a aterrizar el viejo sueño de un tren que uniera inicialmente las tres ciudades principales del litoral y luego a las demás de la Costa Caribe colombiana.
El Departamento de Planeación Nacional contrató al consorcio Movilidad SITR –por 600 millones de pesos- para estudiar la factibilidad del proyecto, principalmente, el potencial de carga y pasajeros entre las tres capitales. El contrato cuesta 600 millones de pesos y sus adjudicatarios entregarán el estudio en abril de 2013. Este será el punto de partida del proyecto.
No obstante que el estudio pueda encontrar que el tren no es inmediatamente factible, no debería ser razón para no construirlo. Recordemos el Metro de Medellín, pagado con plata de la Nación, que no es rentable, pero es un servicio público invaluable. Además de prestarle un servicio valiosísimo a los paisas, es uno de sus motivos de orgullo y lo tienen impecable, no solo sus empleados de mantenimiento, sino el público que lo utiliza.
Hay expectativas que el estudio aterrizará, como la demanda para carga y pasajeros que se podría dar entre las tres ciudades portuarias principales del Caribe colombiano, estimulada por el auge enorme en el comercio mundial y por los tratados de libre comercio firmados por Colombia.
Un tren permitiría más fácilmente la creación de “puertos secos” en los sitios en donde fueran más convenientes para la carga entre el litoral y el interior del país, quitándole tráfico innecesario a las vías urbanas y rurales de las capitales del Caribe colombiano.
El turismo también debería ser una fuente importante de ingresos del TIC, como sucede en cualquier país, por lo que convendría pensar en llevarlo pronto hasta Riohacha, por ejemplo, para integrar este corredor de bellezas naturales: la Guajira, sus gentes y su desierto; la Sierra Nevada de Santa Marta y el casco histórico de la ciudad; la Ciénaga Grande de la Magdalena, entre Barranquilla y Santa Marta; Bocas de Cenizas, la Ciénaga de Mallorquín y Barranquilla; y el Centro Histórico de Cartagena.
El mundo turístico sabe que los destinos muy especializados agotan el interés de los visitantes después de varios días, y nada mejor que poder ofrecer una “ensalada” visual y cultural tan importante como la que puede servir la Costa Caribe colombiana, incluyendo las partes más mediterráneas de sus departamentos.
En torno al TIC se podría dar una discusión similar a la que pretende definir si el huevo fue primero que la gallina, o viceversa, pero no hay duda de que un tren moderno, rápido y cómodo iría creando su propio mercado con solo existir.
Una de sus ventajas colaterales, nada despreciable por cierto –además de las comerciales- sería ayudar a subir la autoestima de esta región, que se siente abandonada por el Gobierno.
En un foro hace unos meses, el gobernador Gossaín, gran promotor del proyecto, preguntado que quién pagaría el TIC, respondió que el Gobierno nacional, así como sucedió con el Metro de Medellín. Estamos de acuerdo con él porque la Costa Caribe también se lo merece.

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