Editorial


El verano se agrava

El director del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM) anunció anoche que las lluvias durante este año son 30% menores que las del año pasado en esta misma época. Esa es apenas una estadística, que aunque muy seria, de por sí sola no muestra a cabalidad la gravedad de la sequía en buena parte de Colombia, incluidas Cartagena y Bolívar. Es una ironía que cuando en años anteriores temblábamos para esta época con cualquier trueno, al pensar que se podrían inundar las zonas subnormales de Cartagena, como pasó durante varios años consecutivos con consecuencias terribles para la población más pobre de la ciudad, este año la gente mira hacia arriba para desear lo contrario: que llueva. La sequía extrema que padecen nuestra ciudad y departamento tendrá consecuencias obvias: disminuirán las cosechas de pancoger drásticamente y en algunas partes la gente pasará hambre si las autoridades territoriales no hacen las previsiones debidas desde ahora. Así como las lluvias torrenciales tienen consecuencias nefastas, también las tiene el verano prolongado. La calamidad de la sequía tiene muchas aristas además del hambre. Los incendios forestales se convierten en una amenaza terrible para los ecosistemas y para los habitantes de las áreas sensibles al fuego, como por ejemplo, La Popa. Un incendio grande allí no sólo amenazaría las casas de muchas áreas, sino la estabilidad ya maltrecha del propio cerro, que necesita mucha más vegetación para que sus laderas no se sigan derrumbando. En los bosques de Turbaco, por ejemplo, hay árboles que están mudando las hojas, no porque sea lo normal en esta época, sino porque el verano ha sido continuo salvo por algunos aguaceros ocasionales que han mermado el desastre ecológico que se vislumbra si la sequía sigue con la misma intensidad, que según el IDEAM, es lo que hay que esperar debido a la influencia del “fenómeno” meteorológico de El Niño. Quizá el único consuelo es que el verano ampliará los playones aledaños al Canal del Dique y en las ciénagas dulces, de manera que se podrá sembrar allí maíz y quizá hasta yuca “de sereno”, como le llaman los campesinos al riego por capilaridad que se da naturalmente cerca de estos cuerpos de agua. En algunos sectores, ya hasta los árboles de coco están afectados y botan las hojas profusamente. Es normal para esta especie soportar varios meses de verano, siempre y cuando lo siga el invierno, pero parece que muchos no sobrevivirán con la situación que se vislumbra. Ante todos estos indicios obvios de los estragos del verano, cuyos efectos se montarán unos sobre otros en una sucesión perversa, ¿qué medidas están tomando las autoridades? ¿Censaron las áreas agrícolas de Bolívar y tienen pronósticos de sus resultados? ¿De dónde vendrán los víveres para sustituir las cosechas perdidas? ¿Cómo los subsidiarán para que estén al alcance de los más pobres, que serán muchos más? Y en Cartagena, ¿está preparado el Cuerpo de Bomberos para apagar incendios forestales de gran envergadura en La Popa o en las partes rurales del Distrito? ¿Tiene hidrantes en las zonas más sensibles, al menos para defender a la población si hay conflagraciones en su entorno? ¿Estamos preparados? Ojalá que las autoridades estén tratando de responder estas preguntas.

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS