Luego de más de un mes de viacrucis desde el 30 de noviembre, cuando el Emisario Submarino saldría de la bahía de Cartagena en el primer intento, abortado por mal tiempo, y de su salida el 2 de diciembre y naufragio durante la madrugada del 3 de diciembre, al fin comenzamos a conocer los detalles pertinentes de su situación legal y financiera gracias a las declaraciones entregadas por el gerente de Acuacar, Francisco Pérez Tena.En el mejor de los casos, los seguros responderían por más o menos 25% del valor de lo invertido, que va en unos 47.500 millones de pesos (el contrato es por 57 mil millones), monto nada satisfactorio para Acuacar y la ciudad. Recuperar más dinero por la única opción que quedaría, la jurídica, será casi imposible. Y aun si tuviera éxito, se demoraría demasiado como para solucionar el problema ambiental más apremiante de Cartagena: la disposición de sus aguas servidas.
Las condiciones del Banco Mundial para adjudicar contratos son criticadas desde hace mucho tiempo, principalmente porque favorecen la más barata por encima de otras características, lo que ocasiona riesgos de subvaloración de las obras por parte de las compañías menos sólidas o menos serias, que después no quieren o no pueden responder.
Una muestra “buena” de una situación mala, es decir, la “tormenta perfecta” en este sistema de contratación, es el fracaso del contratista, EDT Marine Constructions, para trasladar los 4,32 kilómetros de tubería del Emisario Submarino de la bahía de Cartagena a Punta Canoas, y los chorros de baba sobre los que ha salido patinando de la ciudad, ¡dizque por amenazas!
Si la contratación del Banco Mundial es arriesgada, también lo son los contratistas que le fallan a la entidad, porque quedan vetados por ésta para siempre en cualquier parte del mundo, una penalidad muy severa. A menos, claro, que las compañías vetadas se declaren ilíquidas, desaparezcan y reaparezcan con otro nombre y socios aparentemente distintos.
Ya quedó clara una cosa: Acuacar tendrá que conseguir financiación para culminar las obras del Emisario Submarino bajo su dirección, si pretende hacerlas en el menor tiempo posible, lo que representaría un ahorro enorme difícil de cuantificar pero bastante obvio y que mencionamos aquí hace unas semanas: ¡el costo ambiental!
¿Cuánto cuesta seguir utilizando la Ciénaga de la Virgen como laguna de oxidación de un emisario que vierte en ella 65% de las aguas servidas de la ciudad? ¿Y cuánto el otro emisario en la bahía externa de Cartagena, en “Cuatro Calles”, donde va el 35% restante? ¿Cuál es el costo social y económico de no poder usar la Ciénaga de la Virgen para pescar ni para deportes náuticos ni otras actividades recreacionales y turísticas?
Es importante que Acuacar actúe velozmente, incluyendo la reparación de La Bocana, un seguro ambiental valioso. Su tablestacado requiere arreglo y la ciénaga necesita ser dragada para que fluyan bien las mareas entrantes y salientes, y con algo de visión, para mejorar su navegabilidad y uso posterior para deportes náuticos.
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