Editorial


Emisario submarino, a merced del oleaje

Las vicisitudes del Emisario Submarino se alargan en proporciones geométricas con cada día que pasa, porque así mismo se complica el estado de sus fragmentos, desconocidos y conocidos, luego del fracaso de su traslado hasta Punta Canoas.

Hay tres: uno tiene un tramo hundido y anclado sobre el bajo Nokomis, 9 millas náuticas al Noroeste de Cartagena; otro está en Bajo Grande, a 2 millas náuticas al Oeste de la ciudad, en condiciones parecidas, pero desde antier con el cable que lo sujetaba al remolcador roto, así que su tramo flotante también está a merced del mar; y el tercer segmento apareció en una playa del norte de la ciudad, y tiene 300 metros de largo.
La interventoría de la instalación del Emisario Submarino, el Halcrow Group, una empresa con 98 oficinas en el mundo y 6.000 empleados, asegura en su página electrónica que “Nuestro trabajo lo guía nuestro ‘ethos’, conteniendo nuestros valores, código de conducta y nuestro propósito: sostener y mejorar la calidad de vida de la gente”.
Pero el Halcrow Group aún no ha dicho ni pío, al menos al público, que de una u otra manera pagará la cuenta del Emisario, aunque la responsabilidad y costos de armarlo, remolcarlo hasta Punta Canoas y entregarlo instalado, es enteramente del contratista, EDT Marine Construction.
Tampoco conocemos la calidad y cuan-tía de los seguros de EDT, ni su capacidad de absorber el golpe y ejecutar su contrato con Acuacar si la aseguradora no le pagara los gastos imprevistos desde cuando la operación de remolque a Punta Canoas fracasó. Dicha operación estaba a cargo de EDT Marine Construction, que tenía a sus funcionarios a bordo de las naves, diri-giéndola.
No podemos adivinar las intenciones de EDT Marine Construction, pero descon-cierta que a una compañía que se supone de importancia, le desconectaran el servicio de energía eléctrica en su oficina y el de celulares, quizá por desconocer el medio local, aunque esa sería una razón precaria, que fundamentaría más las dudas acerca de su idoneidad. Sorprende que en su página en Internet, donde está una lista de sus obras, no aparezca la de Cartagena, como si no fuera lo suficientemente importante para ponerla allí, o últimamente, porque es un fiasco.
Cada día hay menos confianza en el manejo de esta crisis, sobre todo, porque no se ven resultados positivos. Y falta información suficiente y oportuna de parte de los involucrados. Informar bien a la ciudadanía no es una dádiva generosa de EDT, Hal-crow y Acuacar, sino un deber de las compañías involucradas, y sobre todo, del Distrito.
Sabemos que los tres funcionarios principales de EDT Marine Construction en Cartagena salieron del país, suponemos que a gestionar equipos adecuados para el rescate y que pronto los tendremos de vuelta explicándole a la ciudad qué sigue. Ojalá tengan éxito y vuelvan pronto, para que el Emisario Submarino deje de estar a merced del oleaje.
O en su defecto, que Acuacar asuma las riendas del proyecto.

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