Editorial


Escombros ecológicos

Los escombros en Cartagena son un problema monumental y han sido los aliados de otros males mayores, como los rellenos ilegales, tanto los de los barrios de pobres de solemnidad a orillas de la Ciénaga de la Virgen, como en la Zona Norte, donde hay promotores profesionales de invasiones que comienzan como de pobres y terminan en manos de los ricos que mueven los hilos de las marionetas. Rafael Vergara Navarro ha denunciado al tinglado de personajes y sus abogados –“abogánsters”, los llama Vergara- que se ocupan de legalizar los entuertos de tierras en la Zona Norte y en otras de Cartagena. Ahora está invadida toda la margen derecha de la Ciénaga de la Virgen –yendo hacia Barranquilla- sobre el anillo vial entre Las Américas y la parte de la Ciénaga de Juan Polo que toca con terrenos de Tierra Baja. Allí como en los demás lugares, los escombros juegan un papel estelar. Parte principal del problema es que no hay escombreras cerca de la ciudad, y que la vigilancia para evitar la mala disposición de escombros es nula, y no hay autoridad para hacer cumplir las normas. Ha habido una connivencia entre los constructores y los volqueteros, o al menos, un mirar hacia el otro lado por parte de los primeros, muchos de los cuales saben bien que sus materiales de desechos irán a dar a los lugares equivocados. Gracias a un programa de la Entidad Pública Ambiental (EPA) de Cartagena, y Camacol, los escombros tendrán un buen uso, al menos por un tiempo y en una cantidad grande. En la parte terrestre de la Vía Perimetral hay 14 “charcas”, o colas de lo que alguna vez fueron los humedales de la Ciénaga de La Virgen, que fueron un refugio de fauna y flora, y que ahora son unos criaderos de mosquitos que atormentan a los habitantes de la Zona Suroriental. Estos lugares recibirán 22 mil metros cúbicos de “relleno limpio” para crear una franja de zonas verdes aledañas a la Vía Perimetral sobre el lado de los barrios, ampliando la zona de recreación del lugar. El término “limpio” quiere decir que habrá elementos de piedra y cemento, pero no plásticos ni otros sintéticos que contaminen más el lugar. Ojalá que la capa de tierra negra que le pongan encima sea los suficientemente gruesa como para que las plantas que siembren allí se enraícen sin sufrir el famoso “estrés hídrico” que mata a muchas en las supuestas zonas verdes aledañas a la propia Ciénaga. El proyecto de EPA, según le dijo su directora a El Universal, ha tenido la participación de una geóloga, quien ha estado atenta a los materiales que recibirán las áreas inundadas, además de que se respetarán los cauces de todos los desagües pluviales de la zona para evitar inundaciones. Esta medida debería ir acompañada de mucha vigilancia, puesto que las carretillas de tracción humana ni los “carroemulas” están autorizados para transportar escombros, y la ciudadanía debería evitar contratarlos con este fin. Hace falta que las autoridades tengan un plan operativo práctico para que cuando se termine el “recreo” de los 22 mil metros cúbicos para las catorce charcas, los escombreros no sigan haciendo de las suyas sin control

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