Editorial


Escuchamos propuestas

Ya es hora de que los candidatos presidenciales les hablan a los colombianos claramente y sin retórica, de sus programas de gobierno. Los problemas nacionales son ampliamente conocidos y se discuten a diario en las tribunas de opinión –aunque todavía hay líderes políticos y funcionarios gubernamentales que insisten en reducir la gravedad de unos o negar de plano otros–, así que la ciudadanía quiere escuchar propuestas. A pesar de la cantidad y variedad de necesidades y retos que tiene Colombia, no hay duda que existen algunos que requieren atención prioritaria y mucha creatividad para encararlos. En primer lugar, el próximo presidente debe tener una estrategia de lucha contra la violencia y el crimen organizado, por lo cual es preciso que cada candidato dé a conocer sus objetivos en este campo, explicar cuál será su posición frente a la guerrilla, y si mantendrá el combate frontal y la represión a sus actos terroristas. También debe revelar si está dispuesto a desmontar las estructuras del crimen organizado, reconstruidas a partir de las viejas redes paramilitares, y si actuará con firmeza contra los funcionarios y dirigentes políticos comprometidos con estas bandas criminales dedicadas al narcotráfico. Los candidatos deben opinar con precisión y sin ambigüedades en torno a la legitimidad de los pasados comicios parlamentarios, porque guardar silencio ante las evidentes y descaradas prácticas de corrupción, y las numerosas acciones fraudulentas que se han denunciado, significa que las aprueban. Deben aclarar cuáles son sus aliados y si aceptarían la colaboración de los parlamentarios elegidos pero cuestionados por la poca honestidad de sus actividades. Aunque la manera como manejen las adhesiones, alianzas estratégicas y coaliciones con los partidos y movimientos distintos al suyo, revelarán si respetan la democracia, si tienen ética política y si tendrán la transparencia como código de comportamiento, no está de más que digan expresamente qué opinan del sistema partidista, cómo se enfrentarán a la corrupción y cómo serán sus relaciones con el Congreso. También deben precisar cuál es el sistema de seguridad social que quieren para el país, si mantendrán el actual régimen que privilegia a las empresas privadas de salud por encima de la preservación de la vida de los colombianos. Los ciudadanos necesitamos conocer también qué piensan los candidatos sobre algunos programas sociales del Gobierno actual, como Familias en Acción, cuya ejecución no parece superar una esencia puramente asistencialista. Tienen que explicar sus propuestas para la reactivación del campo, el impulso a la actividad agropecuaria, sus estrategias para contrarrestar la desventaja competitiva de nuestros productores agrícolas con respecto a los de Estados Unidos, si se aprueba definitivamente el TLC con ese país. Por supuesto, para escoger el mejor candidato, debemos conocer las bases de su política externa, cómo van a llevar las relaciones con Venezuela, Ecuador, Bolivia y los demás países suramericanos, con Europa y con el resto del mundo. Es decir, ya los colombianos no vamos a contentarnos con recibir frases publicitarias rimbombantes, ni aceptaremos planteamientos ambiguos o retóricos de los candidatos. Ahora sólo escuchamos propuestas.

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