Editorial


Esfuerzos locales ante el cambio climático

Se celebró ayer el Día Mundial del Hábitat, instaurado por la Organización de las naciones Unidas para reflexionar sobre los efectos de la urbanización en la calidad de vida de los seres humanos.
En 2011, el tema del Día Mundial del Hábitat es “Las ciudades y cambio climático”, dos elementos que convergen en direcciones peligrosas para convertirse en una amenaza para la estabilidad medioambiental, económica y social del mundo.
En Cartagena, el cambio climático ya deja ver sus efectos en el aumento de la altura de la marea, que inunda sectores primordiales de la ciudad, como el Centro Histórico y el sector turístico, además de varios barrios subnormales, y que ha aumentado la temperatura promedio y la humedad.
Adicionalmente, las variaciones radicales en el régimen de lluvias, que ha desatado aguaceros frecuentes y torrenciales sobre la ciudad, deterioró la estabilidad de terrenos sobre los que se edificaron barrios enteros, obligando a traslados masivos y costosos de cientos de familias hacia viviendas menos cómodas y más problemáticas.
Es imperativo que las experiencias de recuperación de la calidad de vida en otras ciudades similares y el gran acervo de conocimientos sobre los efectos del cambio climático en las grandes urbes sean aprovechados por quienes aspiran a gobernar a Cartagena, porque son las ciudades como la nuestra, con concentración demográfica creciente, expansión de industrias e infraestructura, las que sufrirán las consecuencias más duras.
Sin embargo, esta amenaza también es fuente de oportunidades para desarrollar las estrategias colectivas de mitigación y adaptación con el fin de enfrentar el cambio climático. 
Los esfuerzos locales deben complementar los acuerdos internacionales que ya empezaron a poner en marcha iniciativas para reducir los peligros que plantea el cambio climático en las ciudades, pero que necesitan consolidarse para que sus efectos sean reales.
Muchas ciudades aumentan el uso de fuentes alternativas de energía, como la eólica, solar y geotérmica, con lo cual no sólo contribuyen al crecimiento ecológico y a la protección del medio ambiente, sino que establecen paradigmas que poco a poco vayan destronando al petróleo como máxima riqueza mundial y fuente de conflictos interminables.
Es imprescindible que las universidades, en unión de las empresas y las comunidades, desarrollen soluciones prácticas y baratas a los grandes problemas que ya estamos experimentando en Cartagena, y que tienen su origen en la combinación de crecimiento urbano mal planificado y los cambios ambientales globales que nos golpean con la misma contundencia que en el resto del planeta.
El primer paso es garantizar a los sectores más pobres los servicios básicos de agua, alcantarillado y energía de manera ininterrumpida, mejorar sus condiciones precarias de vida, y educar a las comunidades en el uso racional de esos recursos, de manera que estén mejor preparados para prevenir y mitigar los desastres.
Luego deben implantarse rutinas de vida amigables con el medio ambiente, que no contaminen ni contribuyan a empeorar los efectos del cambio climático.
En esta cruzada, la responsabilidad es de todos por igual.

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