Editorial


Espacio público

La ocupación ilegal del espacio público es uno de los problemas más álgidos de los países en desarrollo y recuperarlo es una de las obligaciones legales de las administraciones.
El populismo alrededor del derecho al trabajo y la pobreza rodea la argumentación de quienes ocupan el espacio público y de sus defensores, especialmente cuando los ocupantes son de estratos bajos. Los invasores de estratos altos, sobre todo en algunas calles y plazas, utilizan argumentos igualmente falaces, como que arriesgan capital privado para crear empleo. Ambos sienten merecer el espacio común del que se apropian.
En otros países, hay lugares designados para permitir ciertos usos del espacio público por particulares, pero siempre con una retribución para el Estado y nunca hay duda de que es sagrado e imprescriptible. A ningún ocupante se le ocurre siquiera la posibilidad de quedarse con él.
La administración de Judith Pinedo avanzó muchísimo en la recuperación de las áreas públicas con ocupantes protegidos por la confianza legítima, pero mantenerlos desocupados –labor de la Policía- le fue difícil. Hay que reconocer que en la administración de Campo Elías Terán se nota una disposición para utilizar la autoridad legítima y a no dejarse tomar del pelo por los abusadores de los derechos colectivos.
El equipo de Terán se ha destacado por resolver algunos problemas obvios y sencillos, pero antes inmodificables, como el abuso del parqueo en las avenidas del Arsenal y en la Calle Larga, donde el tráfico suele fluir mejor desde que agentes del DATT se ocupan de retirar a los conchudos que se aparcan allí a sabiendas de los trancones que causan. Ojalá que las autoridades pasen de la pedagogía a la represión con la grúa y las multas, especialmente contra quienes abusan con plena conciencia de su infracción y con desprecio por los derechos de los demás.
El despeje del “solobus” en el Mercado de Bazurto primero y ahora de la avenida Daniel Lemaitre también ha sido muestra del talante de la administración de Campo, dos de cuyos integrantes han trabajado en equipo con la Policía Metropolitana para hacer respetar el espacio público: Edilberto Mendoza, director del DATT, y Adelfo Doria, director de Espacio Público. La avenida Daniel Lemaitre se había convertido en una de las más invadidas y abusadas por todos: conductores de motos y autos de servicio público y privado, y vendedores ambulantes y estacionarios.
Solo la constancia de las autoridades podrá concientizar a quienes insisten en ocupar el mínimo rincón de espacio público, de que no podrán hacerlo. La labor de la Policía Metropolitana aquí es fundamental, pues es la encargada de hacer cumplir las normas. Y las normas, muchas de las cuales le corresponden al Concejo, tienen que tener dientes y consecuencias. De lo contrario, la Policía y el Distrito no serán más que objetos de burla. Los invasores de lo público son de todo menos ingenuos y obran sabiendo bien lo que hacen.
Por lo pronto, la Alcaldía y su equipo han mostrado la determinación necesaria para seguir desenmarañando la trabazón del espacio público. Ojalá no desfallezcan.

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