Editorial


Falciforme, la anemia asesina

La Anemia Falciforme, también conocida como Drepanocítica, una enfermedad hereditaria recesiva que tiene prevalencia en afrodescendientes, mata a miles de personas en el mundo. En los Estados Unidos, las estadísticas indican que 1% de la población afrodescendiente es víctima del mal. Allá, 20% de los pacientes que no son tratados de inmediato mueren antes de los 20 años de edad, aunque en Colombia la mortalidad es más frecuente antes de los cinco años. En Colombia se estima que hay unos 4 millones de afrodescendientes caracterizados, es decir, de fenotipo africano, aunque en un país de tanto mestizaje, prevalente especialmente en sus litorales Caribe y Pacífico y valle del Magdalena, la cantidad de personas con sangre africana –y por lo mismo proclive a la enfermedad-, puede ser muchísimo mayor. Esto quiere decir que la Anemia Falciforme es de las costas de Colombia, principalmente del Caribe. Y si se comporta de manera similar a como lo hace en los Estados Unidos, tendríamos unos 40 mil enfermos (1% de cuatro millones) en el país. También se sabe que 8 % de la población afrodescendiente porta la enfermedad en sus genes, y aunque no la padeciera más que el 1% de manera activa, como en los Estados Unidos, el potencial para procrear hijos afectados es aterrador. La Casa del Niño, que es la entidad cartagenera que más lidia la Anemia Falciforme, tiene unos 200 pacientes con la enfermedad activa. Aunque cuenta con algunas estadísticas, quizá las que no tiene serían las más terribles de enfrentar, ya que deja de ver a los pacientes después de los quince años de edad porque no regresan. ¿Acaso mueren todos? No sería raro que esto ocurriera, ya que la enfermedad, como no es andina sino casi ciento por ciento costeña, y además negra, no existe en los planes del POS. Quien cae con esta no tiene quien lo ayude. Si cuenta con la suerte de ir a la Casa del Niño, le dirán exactamente qué hacer, aunque esto suele ser una frustración para la entidad y los enfermos y sus familias, ya que la una ni los otros tienen recursos para tratarla. La Anemia Falciforme no sólo mata individuos adolescentes, sino que destruye a muchas de las familias donde penetra, que por desconocer la enfermedad, intentan tranquilizar su desesperación buscando a los “culpables” en la familia del cónyuge. Cuando sucede esto, tampoco hay atención psicológica para quienes sufren la tragedia. Es una vergüenza que en Cartagena no haya una respuesta contundente de su clase política, buena parte afrodescendiente, para que el Gobierno comience a hacer justicia a través del Ministerio de Salud, a cuyas directivas andinas parece que les importara un pepino lo que les pase a los costeños del Caribe y del Pacífico, y mucho menos si tienen la piel negra. Ante tanta indolencia local y nacional, ¿habrá que recurrir a la ayuda del grupo de congresistas afrodescendientes norteamericanos, el célebre Black Caucus, para que le tuerzan el brazo al Gobierno Nacional nuevamente, esta vez para que incluya a la Anemia Falciforme dentro de las enfermedades cubiertas por el POS? Sería vergonzoso, pero si fuera la única manera de salvar vidas humanas inocentes, valdría la pena hacerlo.

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