Editorial


Imágenes escalofriantes

En Caracas, el mayor bastión del presidente venezolano Hugo Chávez es el barrio “23 de Enero”, con unos 400 mil habitantes y al que los residentes de otras zonas de la capital temen visitar por peligroso.
Más allá de su mala fama, el barrio 23 de Enero es un escenario histórico. Allí se iniciaron o se resistieron muchos golpes de Estado o movimientos de insurrección en Venezuela. Su mismo nombre proviene de la fecha en que fue derrocado el dictador Marcos Pérez Jiménez.
Desde entonces, allí se han conformado numerosas organizaciones políticas de izquierda. Hoy parece un barrio en La Habana u otra ciudad en Cuba, por sus murales inmensos del Che Guevara, Fidel Castro, Simón Bolívar o el propio Chávez.
El pasado fin de semana, varios medios de comunicación de América Latina mostraron imágenes de un acto organizado por un grupo de acción política y social (colectivos, les dicen) denominado “La Piedrita”, para celebrar la fecha del 23 de enero. Se veía a varios niños sentados en la tarima, algunos con pañuelos sobre el rostro y portando fusiles AK-47. Detrás se ve un mural con dibujos de Jesucristo y de la Virgen María armados con fusil.
En este barrio se han realizado homenajes a Manuel Marulanda Vélez y Alfonso Cano, los líderes de las Farc muertos, y cuelgan fotos de ellos y de otros comandantes de este grupo guerrillero. También hacen misas para el aniversario de la muerte del Che Guevara, fecha que la parroquia “La Rosa Blindada” llama el aniversario 44 de “la siembra del Che”.
Mientras los chavistas furibundos consideran que el barrio es la vanguardia de la revolución venezolana, porque allí se han forjado los proyectos sociales más consolidados y defienden a capa y espada al comandante, algunos habitantes más realistas dicen en varios blogs y cuentas de Facebook que no es una zona de trabajo revolucionario y solidaridad social, sino un barrio peligroso con bandas de criminales atacando a quien cruce ciertas fronteras.
En el blog soloenvenezuela.com había un video de un tiroteo de bandas en ese barrio, retirado de YouTube por quien lo subió. Y en un sitio web defensor del barrio, llamado EL23.NET, se dice que “miles de hierros de todos tipos y calibres andan por la parroquia y demás en manos de menores sin control, alienados con la violencia, casi sicarios, sin  ningún estado que los logre tutelar”.
No pretendemos dirimir si el 23 de Enero es de la vanguardia revolucionaria o una mezcla de pandillas que controlan partes de él con las armas, pero nos referimos a la imagen de los niños con pañuelos sobre la cara y con esos fusiles enormes, rechazada por el mundo democrático y por el ministro de Interior venezolano, Tareck El Aissami, quien repudió el hecho a nombre del gobierno venezolano y anunció una investigación.
Impresiona que la imagen de estos niños es exacta a muchas otras de niños palestinos obligados por militantes de Jihad o Hezbollah a marchar con fusiles y el rostro cubierto, en una glorificación infame del terrorismo.

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