En el pasado puente de fin de año, quienes esperaban el habitual embrollo del tráfico automotor en la Zona Norte de Cartagena, observaron asombrados que los vehículos estaban circulando fluidamente a pesar de la enorme cantidad y del frenesí que caracteriza a esta época del año. El DATT, blanco de numerosas críticas en el pasado –justificadas, por supuesto–, merece ahora el mayor y más entusiasta reconocimiento, porque gracias a su bien planificado operativo de control, la Zona Norte no fue el molestoso laberinto enredado y caótico de otros años, sino una vía donde, a pesar del gran flujo de vehículos, se podía circular sin mayores contratiempos, sin taponamientos y sin peligro. La experiencia servirá seguramente para aplicar en otras coyunturas de tránsito de Cartagena, que a diferencia de la Zona Norte, no dependen de la época y son permanentes. Con la misma energía con que felicitamos a la directora, funcionarios y agentes del DATT, debemos manifestar nuestra preocupación al Cuerpo de Bomberos de Cartagena, porque, a juzgar por las declaraciones de muchos testigos del incendio que el pasado 31 de diciembre destruyó 7 apartamentos del Conjunto Habitacional Marbella, no se comportaron con la suficiente agilidad y energía para conjurar lo que era una verdadera emergencia. El escritor Raymundo Gómezcásseres, quien presenció la conflagración al igual que muchas otras personas envió a este periódico un dramático testimonio que relata cómo lo que empezó como un aparente pequeño incendio, circunscrito a un sólo apartamento, en pocos minutos se extendió incontenible a los apartamentos contiguos, debido, dice él, a la ineficacia de la acción de los bomberos. También Melissa Hernández de la Vega, en un mensaje al Buzón de El Universal, corrobora la falta de eficacia de los Bomberos ante esa conflagración y asegura que gracias a la intervención del carro de bomberos de la Sociedad Portuaria Regional de Cartagena y del Aeropuerto, el incendio no fue muchísimo peor. En resumen, ambos testigos dicen que los Bomberos llegaron unos 15 minutos después de ser llamados, y que se demoraron unos 10 minutos más en alistar mangueras, con una actitud según ellos tan displicente, que las personas agolpadas allí comenzaron a insultarlos duramente. Las maniobras en apariencia inútiles de “subir y bajar palancas y oprimir botones”, dice el escritor Gomezcásseres, demuestran que los equipos no están en buenas condiciones, porque incluso al revisar los empates de las mangueras, el agua no salía, y mientras tanto, las llamas consumían los apartamentos y se expandían con la brisa de la tarde. Al fin salió un chorro de una de las mangueras, que no alcanzaba a llegar hasta el piso del incendio, y los bomberos no parecían tener escaleras extensibles. Cuando llegaron las máquinas del Aeropuerto y de la Sociedad Portuaria, ya el fuego había arrasado 7 apartamentos y producido daños en otros dos. Muchos factores permitieron que las llamas se propagaran con rapidez, como los materiales fácilmente consumibles de los apartamentos, la falta de vigilancia permanente y la ausencia de planes de contingencia en la administración del edificio. Pero es aterrador comprobar que el Cuerpo de Bomberos no está preparado para atender ni siquiera un fuego de pequeña magnitud. No quisiéramos imaginarnos qué pasaría si se presenta un incendio de grandes proporciones en edificios más altos y con gran cantidad de gente dentro de ellos. ¡Dios nos libre! El incendio del 31 de diciembre en Marbella es una alerta que debería mover a la Administración distrital y a los organismos de prevención de emergencias a buscar soluciones inmediatas a este problema, y como el DATT demostró que otras dificultades tan complicadas como el tránsito pueden ir remediándose con voluntad, no hay ninguna excusa para no empezar a hacer lo mismo con el Cuerpo de Bomberos.
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