Editorial


Infractores cínicos y peligrosos

Decepciona en grado sumo, que la realidad de nuestras vías se muestra cada día más caótica y peligrosa, y sin embargo no se tomen correctivos inmediatos con la urgencia y la profundidad que demanda el problema. Los conductores de buses y busetas siguen atravesando vías de gran flujo de tráfico a velocidades aterradoras; parando a recoger o dejar pasajeros cada pocos metros, causando una disminución muy grande de la movilidad; cambiando de carril de manera imprudente; y sometiendo a los desafortunados que deben utilizar este insoportable sistema de transporte a los martirios más crueles y a una tensión constante. Y lo hacen sin que la menor huella de autoridad se encargue de frenarlos y de castigarlos severamente para que no repitan ese comportamiento. A los cartageneros que deben usar el transporte urbano ya les causa pánico enfrentarse a los conductores para reclamar sus derechos, porque cualquier queja sobre la velocidad o la imprudencia les acarrea, en el mejor de los casos, insultos agresivos y la sugerencia grosera de que se bajen del vehículo. Es preciso que el DATT le informe a la ciudadanía cuántos comparendos se han impuesto a los conductores de buses y busetas de servicio público, cuántos de estos comparendos han sido atendidos o cuántas multas canceladas, cuántos conductores han reincidido y a cuántos se les ha retirado la licencia por este motivo. A juzgar por el aire de prepotencia con que siguen manejando por las vías, y por la manera impune y cínica con que cometen infracciones a toda hora, todos los días, no es seguro que el peso de la autoridad haya caído sobre ellos. Basta observar detenidamente el paso de estos vehículos por cualquier punto de la ciudad, para darse cuenta que una gran mayoría de sus conductores no sólo ignoran las señales de tránsito, sino que omiten cumplir las normas de seguridad vial y en ocasiones dan la impresión de estar bajo el influjo de alguna sustancia que los vuelve frenéticos y acelerados. La anarquía y el desbarajuste de calles y avenidas crece dramáticamente, haciéndolas más peligrosas y martirizantes. A diario se observan buses y busetas circulando a velocidades altas por calles de dos sentidos, maniobrando peligrosamente entre vehículos que van en una u otra dirección, sin el menor respeto por la vida de sus pasajeros ni por la vida de los demás conductores y peatones. Este comportamiento abusivo y peligroso, del que son en parte responsables también los dueños de buses y busetas y los directivos de las cooperativas y empresas de transporte, será sin duda un factor de mucho peso para que al momento de empezar a organizar el funcionamiento de Transcaribe, los conductores actuales de servicio público no sean tenidos en cuenta. Mientras salen de las vías, es preciso que el DATT los frene, antes de que el caos se vuelva inmanejable y el estrés convierta el simple acto de circular por ellas en un dilema diario peligroso, y aumente al extremo el número de personas muertas y heridas en accidentes.

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