Editorial


Inundación y sequía, paradoja climática

En medio del peor invierno del que se tenga noticia en el país y en la Costa Caribe, es difícil pensar en algo distinto que cómo superar la calamidad de las inundaciones, cuyas primeras víctimas han sido la gente más humilde, sus casas, pertenencias y animales domésticos, y luego, la infraestructura vial de Colombia.
La reconstrucción del país rural, que es el sacrificado, se tragará miles de millones de pesos y se demorará muchos meses y en algunos casos, años. El rescate tiene que comenzar por los más pobres, que quedaron en la inopia. Ojalá que en medio de la tragedia alcance el tiempo para planificar velozmente y que todo se haga bien.

La infraestructura tendrá que diseñarse pensando en que debe sobrevivir a otra La Niña, si la hubiere, lo que será bastante costoso, pero indispensable a pesar de que la ocurrencia de otro invierno como éste no es muy probable. Colombia no puede permitirse que la repetición de las inundaciones destruya de nuevo sus pueblos, campos y vías.
Tendrán que reconstruirse todos los jarillones antiguos y otros nuevos, muchos de los cuales ya debieron ser construidos, pero cuyo presupuesto se “esfumó” sin que se vieran las obras. Lástima que no exista una justicia en el país dispuesta a investigar, capturar y procesar a estos delincuentes, por cuya cuenta la gente sufre ahora más de lo debido.
También tendrán que reconstruirse las vías, pero esta vez con especificaciones superiores para que sobrevivan a otras inundaciones, si las hubiere igual de violentas.
Todo lo anterior tiene que hacerse a pesar de que el mayor azote que podríamos tener en el futuro no serían las lluvias, sino el calentamiento global, la sequía y la desertificación de muchas tierras cultivables.
El Ideam muestra en su página electrónica un mapa de Colombia con los pronósticos de desertificación, y la Costa Caribe resulta una de las perjudicadas del país en este deterioro ambiental que parece inexorable.
Evolución Caribe, una iniciativa de la Universidad Tecnológica de Bolívar liderada por su rectora y por Adolfo Meisel, entre otros, tiene a la investigación agrícola tropical como una de sus metas para poder aumentar la productividad ganadera, indispensable para que esta actividad ocupe menos tierra, y sobre todo, para que libere el suelo mejor para la agricultura.
Estamos de acuerdo con las propuestas de Evolución Caribe, pero debería tener un propósito más específico de innovar en hidráulica, porque necesitamos manejar mejor las aguas que tengamos en exceso, evitando que hagan daño, pero a la vez, tenemos que guardarlas para tomar y regar en los veranos pavorosos que seguramente padeceremos. No puede haber productividad en el campo, sea para agricultura o ganadería, si no hay agua para regar.
Venimos insistiendo en esto desde hace varios años, y deberíamos aprovechar que el Gobierno Nacional promueve distritos de riego, para mejorar los poquitos que tenemos en la Costa Caribe y construir todos los nuevos que podamos.
El agua que nos estorba hoy, nos faltará mañana.

 


 

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