Editorial


Juan Manuel, el estadista

La inauguración de la Cumbre de Empresarios ayer en la mañana, dentro de la programación de la Cumbre de Las Américas, fue imprevisiblemente interesante.
El orador estrella de la mañana fue Felipe Calderón, el presidente de los Estados Unidos de México, quien además de gracioso, mostró un conocimiento amplio de la economía y predicó en tono firme las ventajas de la libre empresa y la apertura. El crecimiento económico de su país, impresionante por cierto, se lo atribuye a los tratados de libre comercio y al no proteccionismo, lo que dice obliga a sus empresarios a competir y a sobresalir.
Luis Alberto Moreno, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), también dictó una charla valiosa enfatizando los progresos contra la pobreza en América Latina y lo que falta por andar, especialmente en educación.
El orador revelación, sin embargo, fue el propio presidente Juan Manuel Santos. Tenía las ayudas tecnológicas para hablar y se valió de las citas usuales de hombres famosos, que tanto le gustan para enfatizar sus mensajes, pero el contenido de su discurso fue bien logrado y entregado en el tono preciso para mostrarse como el estadista internacional que se ha propuesto ser.
Al discurso de Santos lo precedía una portada en Time Magazine con su rostro ocupando la página, titulada “El retorno de Colombia: De Estado casi fallido, a jugador global emergente - en menos de una década” (The Colombian Comeback, From nearly failed state to emerging global player-in less tan a decade). No hay duda de que Santos le hablaba a su auditorio, pero sobre todo al mundo, un poco desde la aureola de esa portada prestigiosa.
Santos enfatizó el trabajo conjunto que era necesario en la América Latina para aumentar el empleo y con este el consumo, para estimular así la economía latinoamericana hasta meterla en un círculo virtuoso de crecimiento con beneficios sociales. En este contexto citó a Kennedy, quien decía –palabras más, palabras menos- que nadie podía ser rico con vecinos pobres.
Juan Manuel Santos tuvo una sola omisión: se le olvidó mencionar al Caribe, a pesar de que había varios presidentes de las ínsulas angloparlantes en el auditorio. Afortunadamente, Carlos Julio Ardila se acordó de ellas en sus palabras en pro del desarrollo económico.
Mientras Santos sonaba como estadista internacional en ascenso al medio día, su antecesor había sonado parroquial por la mañana en los micrófonos de RCN Radio al criticar al gobierno de su sucesor. Santos no deja de alabar los logros de Uribe y éste no debería malbaratar su prestigio en diatribas permanentes contra aquél, sino dejarlo gobernar tranquilo.
En la Cumbre de Empresarios se habló ayer de inversión en educación y de otras actividades normalmente relacionadas con la responsabilidad social empresarial (RSE), concepto que según Michael Porter está mandado a recoger en favor de lo que él define como “valor compartido” (shared value). Porter dice que el esquema capitalista como lo conocemos se agotó y ahora toca trabajar desde el principio para que las comunidades se enriquezcan junto con los inversionistas, y no éstos a costillas de aquéllas.
Ojalá este también sea un propósito de la Cumbre de Empresarios.

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