Editorial


La bomba de Nule

El Grupo Nule llevaba meses recibiendo palo de todos los funcionarios en todos los medios. Su satanización alcanzaba ya la de otros casos que simbolizaban la quintaesencia de la corrupción, de los que la gente habla sin conocer los detalles, pero los da por ciertos de tanto oírlos mencionar y de tanto repetirlos ellos mismos, hasta que –por esa vía- se vuelven una verdad incontrovertible. No sabemos qué pasará finalmente con el Grupo Nule, ni de qué los encontrarán inocentes o culpables, pero sí sabemos que desde ayer cambió su posición. Al fin se defendieron, ¡y de qué manera! Miguel Nule, cabeza visible del Grupo, acusó a varias personas a través de las distintas cadenas de radio, con nombres y apellidos, de pedir comisiones, adjudicar contratos ilícitamente, y por presionarlos a todo momento para su beneficio personal. En esa cochada cayó el hermano del alcalde de Bogotá, Iván Moreno Rojas, por cierto muy controvertido cuando fue alcalde de Bucaramanga, quien aparece mal librado en el testimonio de Nule. El congresista Emilio Tapia también fue uno de los salpicados, junto con Liliana Pardo, ex directora del Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), y el contralor de Bogotá, Miguel Ángel Moralesrussi. Nule dijo que su grupo perdió el contrato de la Calle 26 porque no “cedieron a presiones” de Liliana Pardo y del “señor Contralor”. Luego se volvió más exacto y afirmó que por ese contrato le exigían una comisión del 6% para Iván Moreno y del 2% para Moralesrussi, presión ante la que dijo no haber cedido. Cuando aún los oyentes no habían digerido bien esas acusaciones tremendas, Nule la emprendió contra el ex ministro de Transporte, Andrés Uriel Gallego, porque recibía presiones de funcionarios de la Casa de Nariño para que adjudicara los contratos a los amigos de éstos, y luego el propio Gallego dirigía las audiencias. Nule mencionó la de la Ruta del Sol como una adjudicación irregular de Gallego. Dijo tener las pruebas, y si el ex ministro lo negaba, lo controvertiría ante la ley. Como sugerimos antes, sólo los entes de control determinarán qué hicieron bien o mal los Nule, pero es difícil creer que alguien se atrevería a lanzar acusaciones tan terribles sin tener pruebas. Ser costeño en el interior del país con frecuencia equivale a ser culpable, de antemano, de cualquier delito. Y en sentido contrario, ser del interior –creen allá- garantiza rectitud. La prensa nacional amontona a los parlamentarios, empresarios y ciudadanos corrientes de los 8 departamentos de este litoral en el término “costeños”, pero jamás se refiere a sus pares interioranos como “andinos”, porque esos sí tienen gentilicios “decentes”. La verdad es que aquí y allá hay gente buena y gente mala, proba y corrupta, pero si apenas la mitad de lo que dijo Miguel Nule fuera cierto, y muy a pesar de las buenas intenciones que le abonamos al presidente Santos, ¿en manos de qué funcionarios quedarían las regalías cuyo manejo le pretenden quitar a la Costa Caribe, por corrupta?

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