Editorial


La candidatura de Verano

Eduardo Verano le puso el dedo en la llaga al centralismo. Su lucha no es reciente, sino que viene desde la constituyente de 1991, de la cual fue parte. Es coautor de la Constitución de ese año, donde se ordenó la regionalización de Colombia, pero nunca se ha reglamentado como se requiere y la distribución del presupuesto nacional sigue haciéndose de manera arbitraria en contra de las regiones y a favor del centralismo, que se reconcentra más con cada gobierno.
A primera vista, cualquiera podría pensar que centralismo y Bogotá son sinónimos, pero no es así, porque la propia capital de la República también es víctima del centralismo enconado del Gobierno Nacional. La Bogotá distrital se siente ultrajada por el poder central, aunque lo tenga al otro lado de la Plaza de Bolívar, pero al resto del país le cuesta trabajo distinguir esa diferencia.
Verano hace su campaña presidencial a nombre de un movimiento llamado Colombia País de Regiones, cuyo epicentro está en el Caribe colombiano, pero que también tiene simpatías en todas las periferias abandonadas de Colombia –que son la mayoría- recorridas también por Verano con su mensaje de autonomía regional.
El Partido Liberal, el de Verano, no ve su candidatura con simpatía porque la decidió él mismo, sin pedir permiso y además es casi seguro que apoye la reelección del presidente Juan Manuel Santos. Y si no fuera esa, sería la de otro coterráneo suyo, pero no la de un costeño del Caribe ni del Pacífico, ni tampoco la de un pastuso o llanero.
Sería una insensatez creer que Verano tiene una probabilidad alta de ser presidente de Colombia en estas elecciones y no dudamos de que él es el primero en saberlo, como político veterano que es. Igual conocimiento tienen quienes lo apoyan. Pero aun así, ni él ni sus seguidores se conforman con menos.
La de Verano es una candidatura indispensable para el Caribe y para las demás periferias tiranizadas durante demasiados años por unas pocas familias, principalmente bogotanas.
¡Que no lo dude nadie! La Bogotá elitista siempre ha sido y es aún la salacuna para los delfines de ambos partidos tradicionales que se preparan para la presidencia de Colombia. Se sienten no solo con el derecho para hacerlo, sino predestinados para gobernar. Para ellos y para quienes manejan la incubadora de presidenciables, la candidatura de Verano, el caribe que no les pidió permiso, es risible y quizá ridícula.
Pero como dijimos arriba, es una candidatura indispensable porque rompe nuestro paradigma de auto subyugación, en el que así como los delfines se sienten predestinados para gobernar el país, la gente capacitada de otras partes, incluido el Caribe colombiano, se siente predestinada para ser gobernada por los mismos de siempre. Y Verano abre una brecha con dignidad y coraje para que dejemos de pensar y votar así.
Si la candidatura de Verano no lleva a la región a la presidencia de Colombia esta vez, servirá para comenzar a romper el paradigma odioso de que unos pocos apellidos nacieron para gobernar, y otros para que aquellos los gobernaran.

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS