Editorial


La conexión bolivariana

La búsqueda de 12 miembros de la ETA y de las Farc entre Venezuela y Cuba, por parte de la Justicia española, le añade nuevos tentáculos al pulpo expansionista del chavismo, pero sobre todo, a su conexión con el terrorismo internacional, que ya va desde el radicalismo musulmán, hasta las guerrillas colombianas y el grupo separatista vasco (ETA). De la noche a la mañana, Chávez aparece diciendo que sí se reunió con alias Raúl Reyes, pero con permiso de Andrés Pastrana, entonces presidente. Pastrana lo niega de manera airada, y el sainete está armado de nuevo con Chávez, quien poco a poco va mostrando más facetas de su radicalismo e intervencionismo. Chávez es cínico, ya lo sabemos, pero cada vez es más descarado. Muy orondo, le explica al mundo con cada acusación nueva en su contra, que todo es un montaje del imperialismo y sus lacayos, para perjudicar a la Revolución Bolivariana. Finge indignación, pasa de la defensa a un ataque airado, salpicado de gestos y expresiones grotescas, pero no responde con argumentos, ¡y sanseacabó! El venezolano no sólo ampara a los etarras y farianos en Venezuela, sino que uno de los primeros, según el juez español, ha ocupado cargos de importancia en la patria de Chávez, y es precisamente uno de los promotores de la alianza ETA y Farc, y auspiciador de su entrenamiento conjunto en selvas y ciudades del país vecino. Pastrana era uno de los blancos de la alianza Eta Farc, que atentaría contra él en España, donde vivía como ex presidente con su familia, y contra un Álvaro Uribe en ejercicio, cuando fuera a ese país. El cruce de la información encontrada en los computadores de “Raúl Reyes”, con la de computadores incautados a los etarras en España, arrojó luces inequívocas acerca de esta alianza macabra. La radicalidad de Chávez le ha ido quitando ascendencia no solo en Venezuela (sin que eso quiera decir que esté a punto de caerse), sino también en la América Latina, inclusive entre sus propios aliados cercanos, que marcan distancia discretamente con los excesos chavistas, aunque todos tiene que cuidarse de herir su vanidad inmensa: ¡le deben plata! La izquierda europea, mucha de ella enamorada de la “Revolución” al principio, también se ha ido desencantando de Hugo Chávez y su histrionismo, que le dio para acusar a Aruba de conspirar con los Estados Unidos, y a Curazao con Holanda, todos contra Venezuela. Los inventos de su mente enfermiza llegaron a tanta ridiculez, que le dejaron al descubierto. Las milicias populares que está armando Chávez en las barriadas y en algunas áreas rurales tampoco son para jugar, sino para afincarse cada vez más en el poder, al que obviamente son adictos él y su camarilla de aduladores. Mientras tanto, en Caracas asesinan a más de 60 personas en un fin de semana, un récord nefasto que habla del fracaso chavista y de su desgobierno. La prensa libre está en vías de extinción, y como pasa en Cuba, pronto no habrá quien se pueda expresar libremente contra el régimen. La panacea de la Revolución Bolivariana es cada día menos convincente, como lo es cualquier exceso de izquierda o de derecha.

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