Editorial


La despedida de Uribe

El presidente Álvaro Uribe Vélez se despidió ayer de Cartagena en un recorrido relámpago por la ciudad a instancias de la alcaldesa, Judith Pinedo Flórez, con paradas en el proyecto de Vivienda de Interés Social (VIS) más ambicioso de la historia local, Ciudad del Bicentenario; en el estadio Jaime Morón, donde lo esperaban más de 8 mil personas, especialmente mujeres; y remató su periplo en las instalaciones de Reficar, pasándole revista a la expansión de la refinería. Uribe llegó a Cartagena antenoche procedente de Caño Cristales, en el Meta, un riachuelo de aguas cristalinas y fondo multicolor donde él y su comitiva se bañaron, y que tiene la reputación de haber sido el balneario particular de los líderes de las Farc antes de la llegada de Uribe a la Presidencia. Durmió en la Casa de Huéspedes y ayer en la mañana se despidió de los empleados, incluyendo una sesión informal de fotografía con ellos. El Presidente hacía inventario de sus obras en Cartagena y en el Caribe en cada parada –las construidas y las por construir-, y también dentro del bus en donde viajaba con su comitiva y con la Alcaldesa. Enumeró con cifras y detalles las dobles calzadas del Caribe, incluidas las de Cartagena (Cartagena a Bayunca, por La Cordialidad, Cartagena a Barranquilla, por la Vía del mar, y Cartagena a Arjona); de Transcaribe; de los megacolegios; de la Vía Perimetral; del túnel de Crespo y sus obras complementarias; de la doble calzada hasta Castillogrande por la avenida Primera; de la doble calzada entre el peaje de Mamonal y La Cordialidad; de las nuevas zonas francas locales; de la expansión de la refinería de Cartagena (Reficar); del Sena en Bolívar y su labor excelente; del aumento del turismo y la recuperación de los cruceros; de Familias en Acción y su gran cobertura local; del Régimen Subsidiado en Salud; y del Canal del Dique y sus obras futuras, entre muchas otras cosas. Pero el genio se le dañó muy temprano, ya que apenas pisó los primeros metros de la doble calzada entre Cartagena y Bayunca camino a Ciudad del Bicentenario, preguntó por esa obra, y al saber que aún le faltaban 10 kilómetros, se le “saltó la chispa”, como diría él mismo más tarde. La chispa se le calentó aún más cuando supo que la doble calzada entre Cartagena y Turbaco, otra obra del mismo contratista, llevaba varios meses paralizada, así que cuando tomó el micrófono en Ciudad del Bicentenario, se fue contra su representante, diciéndole que el Gobierno le pagaba oportunamente a todos los contratistas, y que luego éstos se “morían de la paciencia”. Aseguró que los contratistas incumplidos eran uno de los problemas mayores del país, a lo que un asistente gritaba, para deleite del público: “¡que los metan presos!” Aunque esta ciudad no había tenido tantas obras en toda su historia como las que le deja Uribe, el Distrito también tiene que hacer un empalme con el nuevo Gobierno Nacional para que no se las embolaten, y para que Juan Manuel Santos y su ministro de Transporte caigan de pie y corriendo desde el 7 de agosto.

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