Editorial


La gente se adueñó de las fiestas

Con excepción de las explosiones vandálicas que se presentaron en algunos barrios de Cartagena y en los alrededores de los escenarios del gran desfile del 11 de noviembre, las Fiestas de Independencia de Cartagena crecieron este año en actividades, identidad y entusiasmo, a tono con la celebración de los 200 años de la emancipación local.
Aparte de los eventos principales incluidos en la programación general de las Fiestas, en los barrios de la ciudad se observaron desfiles sectorizados, que son en realidad verdaderas manifestaciones culturales, que demuestran la vigencia de la tradición novembrina, entendida como la gran fiesta para celebrar la primera declaración de independencia que se produjo en la Nueva Granada.
Los Jardines, Nueva Granada, Escallón Villa, Martínez Martelo, El Socorro, Villa Rosita, El Pozón, Boston, Torices, Lo Amador, Los Calamares, El Bosque, Ternera y Bruselas, fueron los barrios  en los que se realizaron los desfiles más llamativos y multitudinarios, con la participación de niños, jóvenes y adultos, compartiendo la alegría por encima de las distancias generacionales, y dejando la impresión de que las Fiestas de Independencia están ya sembradas en el espíritu de los cartageneros y que no sólo pervivirán por muchísimos años, sino que año tras año se enriquecerán como un legado cultural indestructible.
A diferencia de lo ocurrido en el Carnaval de San Diego, que todavía debe sacudirse del vandalismo que gente sin arraigo le quiere imponer, en los barrios de la ciudad, los desfiles, cabildos y bandos transcurrieron en medio de la mayor tranquilidad y en todos ellos primó el orden. La propia comunidad se encargó de frenar cualquier asomo de agresión y violencia.
El Cabildo de Getsemaní sigue siendo un espectáculo colorido y de gran riqueza plástica, a pesar del esfuerzo que deben hacer cada año sus organizadores para superar los obstáculos que se les atraviesan, empezando por las actitudes intolerantes y destructivas de algunos habitantes del sector.
No hay duda que este Cabildo es el más representativo del espíritu de las Fiestas de Independencia, al fin y al cabo en ese barrio fue donde se produjo el estallido libertario del 11 de noviembre.
Hay que felicitar con entusiasmo a la Administración distrital, especialmente a la directora del Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena (IPCC) que organizó unas fiestas bicentenarias con altura, a pesar del pequeño presupuesto a su disposición y a pesar de que el apoyo de la empresa privada sigue siendo todavía escaso.
Las Fiestas de Independencia de Cartagena tienen un ingrediente que no tienen las fiestas representativas de otras ciudades, y es que se construyen año tras año desde la base popular de los barrios de la ciudad, donde la comunidad trabaja con aplicación desde muchos meses antes para planificar el contenido y el esquema de su celebración.
Este impulso que han adquirido las Fiestas de Independencia debe mantenerse en los años venideros porque representa un patrimonio cultural invaluable que todos debemos defender y preservar como parte de nuestra identidad cartagenera.

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