Editorial


La ilusión del aseo

La Alcaldía anunció ayer que –asociada a los consorcios de aseo, a las Alcaldías Locales, EPA, Espacio Público, Alcaldía de la Calle y Oficina de Servicios Públicos del Distrito-, le hará una limpieza profunda a la ciudad a partir del 5 de diciembre bajo el liderazgo de la Secretaría General del Distrito, para que esté resplandeciente durante la temporada turística que se avecina, y también adelantará jornadas de restitución del espacio público. El área de trabajo incluirá a los sectores residenciales y se promete que la campaña será permanente, y gradualmente abarcará toda la ciudad. Los cartageneros estamos acostumbrados a oír anuncios como ese con frecuencia, pero la ciudad, en general, está cada vez más sucia por distintas razones, por cierto conocidas de sobra: no hay canecas en casi ninguna parte, y cuando las hay, suelen correr la suerte de las “cebras” pintadas en las calles para que los peatones crucen por ellas: las ignoran, y las basuras van a dar al asfalto o a algún cuerpo de agua, mientras que los peatones –salvo algunos pocos- cruzan por todas partes menos por las cebras. Y nadie sanciona a nadie. El comunicado usa el término “tacita de plata” para describir cómo debe quedar la ciudad, y esperamos que así sea, aunque nos cuesta trabajo creer que esta campaña logrará modificar el paradigma cartagenero de arrojar basuras a cualquier área pública menos a los lugares designados para ella, y a la vez, también cuesta creer que podrán dotar de la ciudad de canecas en un “dos por tres”, cuando no han logrado hacerlo en todos estos meses y años. De la misma manera, la Alcaldía informó que “se puso en marcha la gestión para hacer regir las normas y leyes contempladas en los decretos sobre el manejo de los residuos sólidos y se sancionará a los infractores que constantemente están contaminando los espacios públicos de la ciudad”. Ésta es otra gran intención, pero surge la duda de cuál fue la “gestión” que se puso en marcha, cuando se sabe que la mayoría depende de la Policía, que recibirá más de 300 hombres adicionales de refuerzo. Y también se pregunta cualquiera qué harán para que todo el mundo cumpla con su deber formal durante la temporada turística, cuando no lo hacen durante el resto del año. Los cuerpos de agua y orillas también serán limpiados a partir del 5 de diciembre, pero también esperamos que descubran quiénes los ensucian para caerles con todo “el peso de la ley”, que parece actuar en la categoría mosca en casi todas las circunstancias locales, porque en la ciudad la mayoría de la gente hace lo que se le da la gana. Quizá la única política efectiva y duradera sería una que está inventada desde los albores de la humanidad: la zanahoria y el garrote. Hay que dotar a la ciudad de canecas para las basuras, hacer campañas para concientizar a la gente, y luego hacer cumplir las normas de manera férrea y constante, incluyendo una escala de multas severas, para que se cree alguna disciplina social. Quisiéramos ser optimistas con la campaña anunciada, pero no podemos dejar de ser realistas, así que a menos que el espíritu navideño transforme de un soplo la indisciplina social de nuestra ciudad y de algunos de nuestros visitantes, la tacita de plata seguirá siendo un sueño lejano.

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