Editorial


La inseguridad es siempre anormal

A las 8:16 de la noche del pasado sábado, la página web de este periódico publicó una nota corta sobre el atraco de que había sido objeto una menor de 15 años en Manga, a la que le arrebataron el celular en una esquina muy transitada por la gente, lo que permitió más tarde que el delincuente fuera capturado.
A juzgar por más de la mitad de los comentarios que envían los lectores, los robos y atracos ya son aceptados por gran parte de la comunidad como algo cotidiano y, lo que es peor, como algo normal.
“Vea usted, qué notición”, “impactante, la noticia del año”, “hoy, no, qué noticia”, “cipote noticia”, son algunos de los comentarios de quienes ya no se inquietan ni se indignan de que los atracos callejeros, y sobre todo los robos de celulares, aumenten cada día en todos los sectores de Cartagena, pero si se sorprenden de que consideremos que un caso de estos es noticia.
Es preocupante que para mucha gente, los atracos sean un concepto genérico que no le ocurre a una y otra y otra persona, afectándola de varias formas, sino que termina siendo una circunstancia abstracta que no parece tener víctima ni victimario.
Suponemos que ninguno de ellos ha sentido el miedo y la angustia de ser atracado por delincuentes armados con cuchillo o con revólver, ni ha visto su vida pender de un hilo, sometida al estado emocional del asaltante y la intensidad de su paranoia.
Un atraco siempre será noticia y publicarla no sólo muestra un aspecto negativo de la cruda realidad de nuestra ciudad,  sino que también puede ayudar a que la gente se pellizque y decida de una vez por todas actuar contra los delincuentes.
En el caso de la menor de Manga, la comunidad reaccionó a tiempo, trató de perseguir al delincuente y alertó a la Policía para que al fin fuera capturado.
Para tranquilidad de quienes fueron solidarios y cumplieron su deber como ciudadanos, sería bueno que la Policía informara qué pasó con este hombre, si fue presentado a un juez de garantías y si se avaló su captura, y que la Fiscalía reportara después si se le seguirá proceso o si lo dejarán en libertad para que luego repita una y otra vez su acción delictiva.
En cambio, otros comentaristas en la web que consideran grave el hecho tienen razón cuando aseguran que en La Esperanza, El Pozón, Olaya, Las Delicias, Daniel Lemaitre, Nariño, Lo Amador, solo por mencionar unos cuantos barrios, ocurren atracos a diario, como también ocurren en el Pie de la Popa, Crespo, el Cabrero, Manga o el mismo Centro Histórico.
La inseguridad no es exclusiva de uno o varios sectores de la ciudad, afecta a toda la comunidad en general, aunque en ciertos lugares sean más frecuentes que en otros.
El caso de la niña de Manga debe servir de ejemplo para entender que la lucha contra los atracadores, asaltantes, ladrones y criminales nos compete a todos y que la única manera de impedir que los delincuentes actúen sin ampararse en la impunidad es que todos estemos dispuestos a enfrentarlos.
Aceptar como algo normal el aumento de los atracos con ánimo resignado es rendirnos sin haber luchado.
Por supuesto, esa decisión debe estar respaldada ampliamente por la determinación de la Policía de acabar con este flagelo que está haciendo más insoportable y peligrosa la vida diaria de los habitantes de Cartagena.

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