Editorial


La inseguridad urbana

Uno de los más grandes problemas que tiene Cartagena, la inseguridad, es también el problema más crítico en la mayoría de las ciudades capitales del país. La delincuencia, en sus más diversas y peligrosas manifestaciones, les ha ganado muchas batallas a las autoridades, y si no se ponen en práctica estrategias novedosas y creativas, tendrá muchas posibilidades de ganar la guerra. A diario es fácil comprobar que mientras los delincuentes comunes u organizados multiplican sus artificios para cometer delitos, la Policía sólo puede responder a ese desafío con los recursos a su disposición, no siempre suficientes para la difícil y extenuante lucha contra el crimen. Muchos líderes ciudadanos y dirigentes políticos han propuesto la ampliación del programa de “Seguridad Democrática” a las ciudades con los varios argumentos para justificar tal sugerencia. Incluso, en algunas ocasiones, el propio presidente Uribe ha manifestado ese propósito, aunque sin concretar todavía su ejecución en la práctica. Sin embargo, tal como está diseñado y fundamentado actualmente el programa de “Seguridad Democrática”, es evidente que no contempla acciones puntuales contra la inseguridad urbana, que tiene como principal causa la acción de la delincuencia, que no tiene matices ideológicos o metas de control político, y por lo tanto, emplea maniobras absolutamente distintas a las de los grupos armados ilegales que se ocultan en las montañas y las selvas colombianas. La delincuencia opera con criterios exclusivamente utilitarios: roba y atraca para vender lo robado; mata, por encargo pago; y en el caso de las pandillas, para lograr el control territorial, acuden también al robo y el asesinato, sin aspiraciones adicionales, como las tiene la guerrilla y los grupos paramilitares. Por eso, contra la inseguridad urbana debe diseñarse y ejecutarse un plan que permita enfrentar en forma radical la delincuencia que se ha extendido como una gran mancha por todas las ciudades colombianas, especialmente en Cartagena. Cuando se toca este tema, se escuchan voces que proclaman una combinación de operativos policiales con programas socio-económicos contra la pobreza. Sin embargo, los primeros no muestran los resultados que se esperan, y los segundos no tienen efectos a corto plazo. Es satisfactorio, por eso, que en Cartagena la Policía Metropolitana nos haya dado muestra ayer en sectores aledaños al Mercado de Bazurto, de la eficacia que tienen las estrategias que no emplean métodos usuales y poco exitosos de represión a la delincuencia, y en lugar de ello usan la sorpresa y la contundencia para golpear duro a los delincuentes. Los resultados de la llama “Operación Pelícano”, que realizó la Policía Metropolitana en el Barrio Chino, son irrebatibles: 30 capturados, 2.500 dosis de drogas incautadas, 1.000 personas requisadas, 10 capturados por orden judicial y cuatro armas de fuego decomisadas. Por supuesto, gran parte del éxito del operativo, se debió a la colaboración ciudadana, que puede multiplicarse si se observa que hay resultados. Ahora es de esperarse que la Fiscalía actúe con igual contundencia a la hora de realizar todos los procedimientos de rigor para acusar a los detenidos ante los jueces y que estos evalúen con profundidad las pruebas y, si demuestran sin dudas la culpabilidad, apliquen las condenas sin consideración alguna.

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