Editorial


La irresponsabilidad financiera

¿Por qué el rescate drástico de la banca de Chipre, una pequeña isla al oriente de Grecia, preocupa tanto a Europa y al mundo? Porque la crisis económica que desespera a Europa podría provocar que España, Italia, Holanda y Portugal implantaran un plan de rescate igual o más duro que el de Chipre.
Esta crisis también podría afectar a países de otros continentes incluyendo a Colombia, por la globalización financiera.
La economía de Chipre se deteriora desde 2008, cuando se disparó el desempleo y disminuyó el PIB per cápita, pero el año pasado la crisis se agudizó.
Como es consecuencia de la crisis de la deuda soberana europea y de la crisis económica del continente, especialmente de la Zona Euro, afecta a Europa y a todos los países del mundo, en especial a los desarrollados.
En 2011, las agencias de calificación de crédito degradaron a Chipre por la lentitud de sus reformas fiscales, mientras que el rendimiento de sus bonos a largo plazo se elevó considerablemente. Teniendo un buen porcentaje de banca off-shore (sin mayores restricciones del Estado), sus bancos realizaban operaciones financieras sin limitaciones, hasta colapsar.
El gobierno de Chipre, la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI) acordaron entonces resolver la crisis de sus bancos y financiar su rescate.
Ese rescate consiste en prestar o aportar capital financiero al sector bancario, para salvarlo de la bancarrota o de la insolvencia. En Chipre no sólo se financiará con un préstamo del FMI, sino que también el gobierno aportará, y lo más grave, los ahorradores tendrán que despojarse del 20% de sus ahorros, si pasan de 100 mil euros, lo que ha indignado a los europeos.
Cuando están en problemas, a los bancos hay que rescatarlos porque el sistema financiero es una parte imprescindible de cualquier país, y su caída significaría también la del conjunto de la economía.
Rescatar a los bancos no quiere decir salvar a banqueros codiciosos e irresponsables, ni abstenerse de asignar responsabilidades y castigar las prácticas irregulares. La idea es que gobierno, acreedores y ahorradores en gran escala concurran para impedir el derrumbe del sector financiero, que derrumbaría al país.
Pero no es justo que los ahorradores tengan que perder sin tener culpa de la crisis, lo que no han aceptado países como Islandia, donde tras numerosas protestas y manifestaciones populares, se aprobó un referendo que prohibió financiar la deuda de los bancos con dineros públicos o de ahorradores, de manera que los mal gestionados se van a la quiebra.
La medida finlandesa es el paradigma del capitalismo, es decir la libre competencia sin disfraces y debería ser contemplada en el mundo –junto con controles estrictos a los bancos-, para evitar su continua e insaciable irresponsabilidad financiera.

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