En una ciudad como Cartagena, donde más de la mitad de la población vive en la pobreza y donde las oportunidades de mejoramiento económico y social son muy limitadas, es lógico que el trabajo infantil sea un problema de primera magnitud que, a pesar de la preocupación del Gobierno y de algunas organizaciones no gubernamentales, no ha sido enfrentado con métodos rigurosamente científicos ni con herramientas eficaces de análisis.
En primer lugar, no existen cifras precisas sobre la cantidad de niños que trabajan. El año pasado, durante un foro sobre ese tema dirigido a periodistas en Cartagena, se hablaba de unos tres mil menores, teniendo en cuenta que el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) atiende en esta ciudad a unos 2.500 niños trabajadores.
Pero la cifra parece demasiado baja si se observa el panorama desolador diario y se la compara con las cifras de otras ciudades, por ejemplo, Cali, con una población de poco más de 2 millones de habitantes y donde se calcula que más de 42 mil niños son explotados, obligándolos a trabajar.
De manera que uno podría atreverse a calcular en no menos de 15 mil los niños trabajadores en Cartagena, cuya población está bordeando el millón de habitantes.
Varias instituciones académicas, fundaciones y corporaciones se han dedicado a investigar los pormenores del trabajo infantil, a lo que se suma la tarea de la Alcaldía y de entidades estatales como el ICBF, y la conjunción de esos estudios nos podría ofrecer un buen panorama, luego de comparar y armonizar sus resultados.
Una investigación reciente de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad San Buenaventura en colaboración con la Administración distrital identificó qué tipos de trabajos realizan los niños, cuál es el porcentaje de niños y de niñas, que abusos se cometen contra ellos y otros importantes datos, tras encuestar a 400 menores.
La Fundación Proniño y la Corporación Juntos Construyendo Futuro no sólo han estudiado las circunstancias del trabajo infantil en la ciudad, sino que han puesto en práctica acciones concretas para sacarlos de la explotación laboral e integrarlos a la escuela y la posibilidad de vivir su niñez plenamente.
La esperanza de armonizar todos estos esfuerzos se ha consolidado con la creación del Comité Interinstitucional para la Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil y la Protección del Menor Trabajador por iniciativa del Concejo, que está integrado por varias secretarías del Distrito, la Personería, comisarías de Familia, el ICBF, la Policía de Infancia y Adolescencia, la Oficina Seccional del Trabajo, y varias universidades.
Por ello, es preciso que las instituciones y organizaciones públicas y privadas que se ocupan del problema se unan a esta causa para desarrollar estrategias conjuntas que permitan investigar y proponer políticas y programas tendientes a la eliminación del trabajo infantil.
Decidirse a ello sería la mejor manera del celebrar el Día Mundial contra el Trabajo Infantil el próximo martes 12 de junio.
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