Editorial


La lucha contra la corrupción

Hoy se celebra en todo el mundo el Día Internacional contra la Corrupción, un flagelo que resquebraja la democracia y contribuye al crecimiento de la pobreza y la desigualdad en todo el mundo. El nuestro es un país que sufre intensamente los efectos de la corrupción, entendida, según la definición de Transparencia por Colombia, como el mal uso del poder encomendado, tanto en el sector público como en el privado, en beneficio propio, de familiares o de un grupo de particulares, y en detrimento del interés colectivo. No es una afirmación retórica, pues la Procuraduría presentará hoy un panorama francamente catastrófico sobre este hecho, con datos concretos, en los que se demuestra que en los últimos 15 años, se han perdido más de 4 billones de pesos que fueron a parar a los bolsillos de funcionarios corruptos. La cotidiana reseña de la realidad nacional en los medios de comunicación también ratifica que la corrupción sigue corroyendo al país y, como dice el Procurador Alejandro Ordóñez, “ha desbordado la institucionalidad y eso es una circunstancia dramática sin antecedentes”. No es una visión pesimista ni exagerada, si tenemos en cuenta que los gobernadores de todos los departamentos de Colombia están siendo investigados por desviación de recursos y tres se encuentran suspendidos; que hay 452 alcaldes investigados y 12 suspendidos; y que la Procuraduría lleva unos 200 procesos disciplinarios contra funcionarios públicos. La lucha contra la corrupción ha resultado insuficiente y ha servido incluso como recurso demagógico para las campañas políticas. Los organismos de control todavía mantienen el virus dentro de sus estructuras y la ciudadanía, salvo algunas excepciones, se ha cruzado de brazos esperando que estos organismos den solos una batalla tan descomunal. No se necesitan más leyes ni cambios en la manera como funciona el Estado, porque los instrumentos jurídicos existen y hay una estructura con facultades y capacidad investigadora. Sólo falta la voluntad política para actuar, y es allí donde la comunidad debe presionar. El decálogo de acciones estratégicas contra la corrupción que propone Transparencia por Colombia, es una herramienta, que todo podemos contribuir a usar: 1. Exigir que la corrupción tenga prioridad en la agenda pública. 2. Identificar los lazos entre violencia, narcotráfico y delincuencia organizada como escenarios para la corrupción. 3. Actuar con decisión y audacia para cerrar las puertas al robo del Estado. 4. Romper con la cultura de la “astucia” que justifica la ilegalidad. 5. Exigir el cumplimiento de la legislación anticorrupción y de las convenciones internacionales anticorrupción. 6. Agruparse con vecinos y amigos para cuidar lo público. 7. Motivar a los empresarios para lideren la lucha contra la corrupción. 8. Vigilar que exista equilibrio e independencia entre los poderes públicos, y un adecuado funcionamiento del sistema de integridad y de rendición de cuentas. 9. Vigilar para detectar y eliminar los riesgos de corrupción en la gestión administrativa de todas las entidades públicas. 10. No renunciar a la legitimidad y confianza en la institucionalidad democrática y la política. Estos principios no sólo operan en los grandes niveles del poder, sino en la vida diaria, en cada sencillo trámite y en cada pequeño contrato que se suscribe. Toda batalla empieza con una decisión personal, que, si hay voluntad de mantenerla, acabará en un gran éxito.

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