Editorial


La noche de las mujeres

Hace varios años, cuando era Alcalde de Bogotá, Antanas Mockus instauró una jornada llamada “Noche de las mujeres”, en la que se prohibía la presencia de los hombres en las vías y los sitios públicos de la ciudad, con el propósito de impulsar una reflexión ciudadana sobre las ventajas de la convivencia pacífica cotidiana y suscitar un rechazo de todas las formas de violencia que se manifiestan en los espacios urbanos, especialmente en horas nocturnas. Esta iniciativa pedagógica comenzó con una noche exclusiva para que las mujeres disfrutaran de los espacios públicos bogotanos, teniendo en cuenta que las estadísticas del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses mostraban que el número de hombres muertos en accidentes de tránsito o asesinados era mucho mayor que el de mujeres. Se esperaba que durante la “Noche de las mujeres” se disminuyeran significativamente las muertes violentas, la mayoría de las cuales son consecuencia del alto consumo de alcohol y de peleas entre hombres. La jornada resultó mucho mejor de lo esperado y la reducción de los casos de agresión y de muertes violentas fue tan grande, que sirvió como base para diseñar algunas políticas de convivencia que están en aplicación. Como muchas otras acciones para crear cultura ciudadana y mejorar la convivencia entre los bogotanos, la “Noche de las mujeres” produjo evidentes cambios de comportamiento en los habitantes de la Capital, demostrando la eficacia de los mecanismos pedagógicos para generar conciencia, en este caso, sobre el valor de la vida y la posibilidad de divertirse sin agresividad. Una jornada similar se cumplirá hoy de manera simultánea en Cartagena, Santa Marta y Barranquilla, cuyos alcaldes se pusieron de acuerdo para empezar a impulsar esos cambios de comportamiento que transformaron radicalmente a Bogotá, volviéndola una ciudad más amable y segura. No han faltado los aguafiestas de siempre, dedicados a desestimar la importancia de la “Noche de las mujeres”, criticándola por considerarla inútil y trivial, y pronosticando con pesimismo que si en Cartagena no se acatan las normas obligatorias, mucho menos se obedecerá una medida pedagógica. Sin embargo, nos consta que la mayoría de los hombres cartageneros están entusiasmados con la idea y dispuesto a participar, absteniéndose de salir a la calle esta noche, y en lugar de ello, quedándose en sus hogares juiciosamente, lo cual probablemente les mostrará que la rumba y el alcohol no son las únicas formas de esparcimiento. A quienes no lo consideran así, les recordamos que los alcaldes poseen facultades para restringir la circulación de personas en las vías y espacios públicos de los municipios, y que el decreto que estableció la “Noche de las mujeres” incluye sanciones –también pedagógicas– a los infractores, y que la Policía estará vigilando su estricto cumplimiento. Lo ideal es, sin embargo, que se cumpla voluntariamente este “toque de queda” masculino, porque sólo así tendrá como efecto un positivo cambio de pensamiento.

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