Editorial


La orfandad del Caribe

Duelen los esfuerzos de algunos sectores para convertir a Cartagena en un centro turístico de calidad, como también la “pelea” de los muelles privados por hacer de la ciudad el puerto más importante del Caribe, o por lo menos, acrecentarlo mucho más. Los sectores público y privado de Cartagena lograron acoplarse más en torno al turismo, y aunque no ha sido fácil, hay una coordinación mayor. El planteamiento fundamental siempre ha sido que el Distrito se ocupe de poner y mantener la casa en orden, y el sector turístico privado venderá el destino en el interior y el exterior de Colombia. El escollo mayor siempre ha sido la falta de presupuesto para tener la ciudad como una “tacita de plata”, y el otro, la informalidad rampante –especialmente el acoso- que envilece el destino y mata a la gallina de los huevos de oro, incluso antes de terminar de salir del huevo. Cartagena es un destino turístico con potencial, pero inacabado, lleno de vacíos. Otros países hacen muchísimo más turismo, con muchísimo menos destino. Los puertos privados han podido adentrarse mucho más profundamente en la vanguardia portuaria, pero también cargan el lastre de un sector público nacional paquidérmico y “andinizante”. Los intereses de los puertos y del turismo se cruzan no sólo en los muelles para cruceros, sino en las carreteras nacionales y vías urbanas. Hace unos días hablábamos aquí de la Troncal de Occidente, que es una vergüenza además de un peligro, y esa no sólo es la vía del turismo que viene de Bogotá y los santanderes, sino la ruta de la carga para los puertos del Caribe. La carretera de El Vizo a Toluviejo, que es una especie de “alter ego” de la Troncal de Occidente, y que nos trae el turismo de Antioquia y de todo el Eje Cafetero, es otra lacra para nuestro litoral. Es cierto que tiene reparcheos permanentes, pero con el agravante de que los huecos siempre van por delante de sus reparadores. Hay sectores con el asfalto tan “rizado”, que los vehículos trepidan y pierden el agarre de la carretera. Esto es muy peligroso, además de tensionante. Por si fuera poco, hay unos resaltos para reducir la velocidad, comúnmente llamados “policías acostados”, que no tienen pintura y están mal señalizados, de manera que muchos conductores sólo se percatan de ellos cuando ya no pueden bajar la velocidad lo suficiente y los vehículos dan un corcoveo terrible y peligroso. ¡Qué desidia, qué irresponsabilidad, qué falta de respeto con los usuarios y contribuyentes! Mientras Cartagena pierde competitividad por las vías que la comunican con el interior, avanzan las dobles calzadas, túneles y puentes que unirán al Triángulo de Oro con Turbo, en el Urabá antioqueño, privando a los puertos del Caribe de su carga. Y a medida que las amenazas para Cartagena y el Caribe se materializan, los pocos parlamentarios caribeños fuera de la cárcel sólo se preocupan por hacerse reelegir, en carne propia o en cuerpo ajeno. De seguir eligiendo a los mismos “personajes”, el presente y futuro de la Costa Caribe seguirá en entredicho.

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