El Foro Económico Mundial para América Latina, organizado en Cartagena por la WEF (World Economic Forum) y por el Ministerio de Comercio, fue un evento importante para la ciudad y el país. Tuvo tanto de economía como de política, por razones obvias: la política puede producir decisiones económicas y la economía también puede determinar decisiones políticas. Están ligadas irremediablemente y ninguna de las dos es infalible. Aunque Colombia fue un país prominente en la temática del Foro, en muchos sentidos el protagonista fue Brasil. Hubo varios panelistas de ese país, además de referencias constantes a su economía, la más grande de la América Latina. Brasil no sólo tiene una reputación merecida de país rico, sino que también tiene fama de tener una de las mejores cancillerías de la América Latina, y ejemplifica aquello de que “los países no tienen amigos, sino intereses”. Ricardo Hausmann, ex ministro de un gobierno venezolano anterior a Chávez y ahora académico prestigioso en Harvard, dijo en uno de los paneles del Foro que era imperdonable que Brasil no se hubiera pronunciado en contra del bloqueo económico impuesto por Venezuela a Colombia, ni censurado la carrera armamentista de Venezuela. Lo criticó porque no hallaba algo censurable en el récord de Cuba con respecto a los derechos humanos, y porque fue cínico en sus comentarios y actitud ante los huelguistas de hambre que protestan contra el régimen en esa isla. Lula fue uno de los gobernantes que cuestionaron el uso de bases colombianas por los Estados Unidos, pero acaba de firmar un acuerdo militar con los Estados Unidos. Brasil, por supuesto, aspira a reemplazar a los Estados Unidos en América Latina, y su política exterior está sincronizada hacia esa meta. Luego, en un panel distinto del Foro, Moisés Naim, un escritor, columnista y también ex ministro venezolano, director de la revista Foreign Policy y opositor acérrimo de Chávez, dijo –tal como lo informó Juan Gossain en RCN Radio-, que Brasil era “un gigante económico, pero un enano moral”, por la forma como apoyaba al régimen de Cuba y de Venezuela, ambos violadores conspicuos de los derechos humanos, entre otras acusaciones. Naim también confrontó a José Miguel Insulza, Secretario General de la OEA, por contemporizar con el gobierno de Cuba, sacando de casillas al funcionario internacional con sus comentarios incisivos. Aunque el Foro tuvo muchos paneles económicos clásicos y académicos, en los que se comentó que las economías de la región se estaban recuperando bastante bien, sin que esto fuera motivo de complacencia e inacción; que América Latina tenía que fortalecer su mercado interno y a la vez enfatizar el comercio intrarregional; que también había que mirar hacia China y los mercados asiáticos; o que la América Latina debería llegar a tener una moneda común; sin duda, la importancia política del Foro fue su otra cara sobresaliente. Y dada la importancia económica y política de Brasil, este país será la sede del Foro Económico Mundial para América Latina el año entrante. Ojalá que para entonces, su estatura moral sea equiparable a su poder económico.
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