Editorial


La seguridad marítima

El Universal informó ayer que la Capitanía de Puerto y la Corporación Turismo Cartagena de Indias declaraban a la ciudad náutica lista para la temporada de Semana Santa. Se referían a las embarcaciones turísticas que zarpan del Muelle de la Bodeguita, bajo control de ambas entidades para garantizar la seguridad de los pasajeros.
Cita el informe periodístico la inexistencia de emergencias atribuidas por la Capitanía a estas embarcaciones que respetan las normas, en contraste –añadimos nosotros- con las lanchas piratas que salen de otros muelles sin cumplir con las reglas mínimas de seguridad, algunas de las cuales logran burlar la vigilancia de Guardacostas en Bocachica, van a dar a las Islas y suelen engrosar las estadísticas de quejas y accidentes.
Hay cada vez más embarcaciones deportivas en Cartagena, también sujetas a las normas e inspecciones de la Capitanía, pero muchos de sus patrones necesitan capacitación en cortesía elemental, si no en marinería.
A muchos les cuesta trabajo entender que la convivencia exige consideración, como no hacerle olas, ni grandes ni chicas, a los fuertes, murallas, baluartes y marinas en la bahía interna de Cartagena ni a los veleros fondeados frente a la avenida Miramar, en Manga.
Tampoco deberían abusar de sus equipos de sonido en ninguna parte, mucho menos en los muelles públicos de la bahía, rodeados de edificios que sufren la tortura de su comportamiento no solo abusivo, sino arrogante. El EPA y la Policía deberían conformar un “bloque de búsqueda” para sorprender en el acto y sancionar a estos infractores, muchos pudientes, pero incultos y desafiantes.
Afortunadamente para el país, la ciudad y el Corredor Náutico, la seguridad marítima va más allá de lo que ocurre en la bahía y tenemos una Armada cada vez mejor equipada, capaz de atender situaciones en cualquier parte del litoral, como lo demuestran sus rescates permanentes de navegantes en emergencia y sus decomisos de drogas ilícitas.
No hace muchos años, la entidad carecía de la infraestructura mínima. Aunque su presupuesto nunca será igual a sus necesidades, reconforta saber que además de una Capitanía activa, tenemos un Guardacostas en auge y unas unidades navales mayores, como las fragatas, bien tenidas y bien equipadas. Y por supuesto, la ARC 20 de Julio, la joya de la flota, no por su tamaño o capacidad bélica, sino porque fue construida por Cotecmar, el astillero de la Armada en Cartagena, e inaugura una nueva era de la industria naval colombiana.
La seguridad náutica amplia depende de la integración lograda en los últimos años entre Armada, Infantería, Policía, Ejército, Fuerza Aérea, Fiscalía y demás entidades, cuyas áreas de interés institucional se traslapan para controlar el territorio. De no ser porque colaboran cada vez más estrechamente, no podríamos hablar de seguridad de ninguna clase en el país.
El éxito de la ciudad turística y náutica -como el de tantas otras áreas de interés público y privado, como el combate a la pobreza- depende de que todas las personas y entidades marchen en el mismo sentido, hacia las mismas metas, identificadas colectivamente y dentro de la ley.

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