Editorial


La tierra en los Montes de María

Un titular de ayer en Primera Página de El Universal decía “Protegen tierras de desplazados, de la compra masiva”. La Gobernación anunciaba que había “salvado” unas 877 hectáreas de que fueran vendidas de manera “masiva”, quedándole esa tierra disponible para restituir a los campesinos que hayan sido desplazados y que cumplan con los requisitos para recibirlas.Por supuesto que casi 1.000 hectáreas de tierra son importantes para los habitantes de los Montes de María y de cualquier parte del país, pero a pesar de su tamaño es una nimiedad al lado de las extensiones que fueron compradas antes de que el Estado prohibiera la venta libre allí, y antes de que investigara el tinglado de corrupción para hacer que la tierra cambiara de dueño de un momento a otro.
Según los habitantes de El Salado, una empresa láctea de Medellín es dueña de 8 mil hectáreas vecinas al pueblo, mientras se dice que otro señor tiene a su nombre muchos miles de hectáreas más que la empresa láctea, y que un ex parlamentario y su socio tienen 2.600 hectáreas vecinas al pueblo de Barcelona, cerca de San Jacinto. Esas compras no son de ayer, sino de la época en que el gobierno apenas comenzaba a afianzar su poder militar en el área, por lo que los compradores tenían que ser de los mejor informados del país.
Las tierras de los Montes de María, liberadas por el Estado, deberían haber sido en primer lugar para los campesinos, y resueltas sus necesidades, para los demás interesados. Después de todo, fue el país quien limpió estas montañas feraces con los dineros del erario y el coraje de sus tropas, y por lo mismo, los primeros beneficiados deberían haber sido aquellos que habían sufrido la violencia y los despojos en carne propia.
No vemos mal que la empresa privada tenga tierra en los Montes de María, sino todo lo contrario, siempre y cuando no se derriben todos sus bosques para seguir con la “ganaderización” del país en un momento cuando el propio gremio ganadero, Fedegán, propone reducir a la mitad las tierras en esta actividad, para cederle área a la agricultura. La entidad propone producir más con la mitad del área mediante la tecnificación de las explotaciones ganaderas.
Las tierras de los Montes de María y de todo el país deberían tener una especie de POT agropecuario para definir cuáles serían los mejores usos para cada área mediante estudios de suelo y de mercado. Esto sí resultaría en un uso eficiente de la tierra, especialmente ante los diversos tratados de libre comercio que está firmando el país, y que en los primeros y más importantes el agro fue usado de comodín por los negociadores para favorecer otros sectores urbanos e industriales de la economía colombiana.
Está bien que la Gobernación defienda las tierras en las zonas de protección campesina, pero para sacar pecho necesitaría actuar contra los demás despojos y compras ilegales, y además, ayudar a desmembrar los carteles de las invasiones en los demás pueblos de Bolívar, incluidos los más cercanos a Cartagena.

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