Editorial


La tiranía en la energía eléctrica

Se volvió costumbre que las comunidades bloqueen las vías para protestar por algo. Últimamente el motivo más frecuente son los apagones en los barrios y pueblos. Nada justifica coartarle a los demás, mediante paros, el derecho a la libre movilización.
Pero para ser justos, la falta de energía es una de las vejaciones mayores a la que se puede someter a la población en un clima como el de la Costa Caribe, en pleno invierno, la época más calurosa y de mayor humedad del año, dos factores que exasperan a cualquiera, especialmente en la estrechez de las viviendas de interés social o peor aún, en el ambiente infrahumano de algunos tugurios. Anoche el bloqueo de nuevo fue en Lomarena, a 43 kilómetros de Cartagena, en la Vía del Mar, entre esta ciudad y Barranquilla. El Esmad, de la Policía Nacional, tuvo que reabrir la vía.
Electricaribe informó que la tormenta de antenoche causó el apagón en Lomarena y áreas de la carretera de La Cordialidad. Los vientos huracanados destecharon casas en varios sitios del norte de Bolívar, incluida Cartagena, y también tumbaron árboles y ramas, muchas sobre las redes eléctricas, sacándolas de servicio. La compañía asegura que duplicó la cantidad de cuadrillas rurales y urbanas, pero aun así se demora para arreglar los daños.
En la ciudadanía hay la sensación de que Electricaribe, aunque recientemente anunció inversiones importantes y reforzó su estructura administrativa, pasos muy positivos, se demoró demasiado tiempo para reaccionar, haciéndolo en medio de una crisis causada por la poca inversión en su infraestructura, mucha de ella deteriorada e insuficiente. Esta percepción solo cambiará mediante mejorías prontas y palpables, y no solo a través de comunicar buenas intenciones.
La energía eléctrica es uno de los servicios básicos indispensables para una ciudad cualquiera, y más para Cartagena, si pretende ser competitiva en todo sentido para atraer nueva inversión e insertarse en el comercio internacional a través de los diversos tratados de libre comercio aprobados y por aprobar, además de su industria turística.
La energía de Cartagena está amenazada no solo por el servicio deficiente de Electricaribe y la mala imagen que le causa esta percepción a la ciudad, sino por la indolencia de ISA. El abuso de su posición dominante insulta a la ciudad al negarse a meter la línea de alimentación de la estación de El Bosque -indispensable para el suministro eléctrico de Cartagena-, bajo tierra. Pretende hacerlo por vía aérea a través de unas torres horribles e insalubres por la Vía Perimetral, en una de las zonas más pobladas y pobres de la ciudad, como si esa condición le impidiera merecer la solución óptima: las líneas bajo tierra.
Cartagena tiene muchas necesidades básicas por satisfacer, pero el peligro de apagones, incrementado por la indiferencia de ISA, sería motivo suficiente para organizar un paro general en la ciudad –que no puede seguir callada ante este atropello-, hasta que el Gobierno nacional decida que es hora de frenar el desdén arrogante de esta compañía.

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