Editorial


La tragedia de la sobrepesca

La sobrepesca ocurre cuando se sacan más peces de una o varias especies de los que la naturaleza puede reponer, creándose un déficit que crece hasta extinguirlas. La página electrónica de la ONG ambientalista Greenpeace asegura que “Muchos ecólogos marinos creen que hoy la amenaza mayor para los ecosistemas marinos es la sobrepesca. Nuestro apetito por los pescados excede los límites ecológicos del océano y tiene impactos devastadores sobre los ecosistemas marinos. “Los científicos advierten que la sobrepesca causa cambios profundos en nuestros océanos, quizá transformándolos para siempre. Para no mencionar nuestros platos de comida, que en el futuro podrían contener pescado frito sólo como una delicadeza rara y costosa”. En la Internet también circula un video llamado “El final de la línea” (The End of the Line), en que analiza la sobrepesca en general, pero especialmente la del bacalao, que ya se extinguió en lugares donde abundó por siglos, como ocurrió desde 1992 en Newfoundland (Canadá), extinguiéndose de paso más de 40 mil empleos. La pesca del bacalao en el Mar del Norte y en el Báltico va por el mismo camino trágico de extinción por sobrepesca. Aniquilar especies enteras, y el desempleo, no son las únicas consecuencias, ya que el bacalao se alimenta de langostas juveniles, de las cuales ahora hay una sobrepoblación que a su vez amenaza otros recursos, incrementando el desbalance desastroso en la naturaleza. Greenpeace enfatiza que ante las artes modernas de pesca, los peces están indefensos, con el agravante de que muchas veces se otorgan licencias de pesca sin haber medido la abundancia del recurso que se explotará. Dice la entidad que “La realidad de la pesca moderna es que la industria está dominada por naves que sobrepasan la capacidad de la naturaleza de reponer los peces capturados”. Los riesgos no sólo son económicos. Según Greenpeace, “…;90 por ciento de los peces grandes que a muchos nos encanta comer, tales como el atún, pez espada, marlin, bacalao” y varios otros “han sido extinguidos desde que comenzó la pesca industrial en gran escala a partir de 1950”. “Acabar con estas especies depredadoras puede causar un cambio en ecosistemas oceánicos completos, donde peces comercialmente valiosos sean reemplazados por peces pequeños, comedores de plancton. En este siglo podrían verse sobrepoblaciones de aguamalas reemplazando los peces consumidos por los humanos.” La Unión Europea, por ejemplo, ha aprobado leyes de cómo, dónde y cuánto pescar, pero los pescadores industriales se pasan las normas por la faja. Si eso pasa en Europa, donde tienen una tradición de obedecer las leyes, y tienen también los equipos y dinero para controlar la pesca, ¿qué no estará pasando en las aguas de países como Colombia? Lo sensato sería saber con qué recursos pesqueros contamos los colombianos en nuestros mares, y solo entonces otorgar licencias de pesca, y controlar que se cumplan sus condiciones.

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