Editorial


La violencia en Cartagena

La Policía Nacional ha hecho un esfuerzo por garantizar la seguridad en Cartagena al traer inicialmente 200 policías como refuerzos para las Fiestas de Independencia, los que ahora podrían llegar a 500 ó 600, según declaraciones del General Ricardo Restrepo L. (Policía) a este diario.
Sin embargo, nunca había habido tanta violencia aquí como la de unas semanas para acá y más concretamente, en esta fiestas novembrinas.
La ciudadanía sabe que el pandillismo creció de manera exponencial en la ciudad y alrededores, que las peleas que antes eran a trompadas y patadas pasaron primero a piedras, luego a armas blancas y ahora ya se libran con todas las anteriores, pero también –y cada vez más- con armas de fuego.
Parte del fenómeno paramilitar tuvo una metamorfosis hacia las denominadas bandas criminales, o Bacrim, un acrónimo inocentón que no logra enmascarar la crueldad sanguinaria de sus miembros. Unas bandas pelean contra otras para controlar el microtráfico, las extorsiones y sobre todo, las rutas para exportar narcóticos ilegales. Varios de estos grupos funcionan aquí y utilizan a las pandillas para ciertos crímenes.
La masacre de 10 labriegos porque su patrón no pagó una extorsión en Santa Rosa de Osos, Antioquia, indica la crueldad de estos sicópatas y hasta dónde son capaces de llegar unas mentes tan retorcidas, una explicación posible para que alguien pueda obrar con tanta sevicia contra personas inermes.
Lo de Santa Rosa de Osos no es igual a lo que ocurre en Cartagena y sus alrededores, pero tampoco dista mucho por la facilidad con que cualquiera asesina a otro. Sabemos que ha crecido una generación de jóvenes violentos, algunos víctimas del desarraigo causado por la guerra en los campos, y otros lo son por contagio, lo que explica una parte del crecimiento de la criminalidad en los barrios marginales de Cartagena que cualquier día se desbordará, como lo han mencionado varios columnistas de este periódico.
Estamos de acuerdo tanto con el general Ricardo Restrepo como con el gobernador de Bolívar, Juan Carlos Gossaín, quienes opinan que faltan campañas cívicas bien estructuradas y permanentes para ayudar a frenar la barbarie. El Universal está listo para hacer parte de cualquier campaña que diseñe la ciudad, y no dudamos de que los demás medios locales también estén dispuestos a participar.
Es cierto que algunos policías podrán haberse equivocado en ciertas situaciones de tensión en los barrios, pero también lo es que poca gente siente que tiene deberes con la sociedad que la rodea, aunque sí saben reclamar sus derechos legítimos además de otros que inventan.
Reiteramos que la ciudad está ante una emergencia de inseguridad y violencia enormes que las autoridades y la ciudadanía no pueden seguir ignorando, ni pensando que basta con contenerlas en ciertos sitios para que desaparezcan.
Puede ser cierto también que la ingobernabilidad de los últimos tiempos en Cartagena haya envalentonado a los malandros, pero el problema es estructural -especialmente la falta de trabajo y de oportunidades- y tiene que ser enfrentado de inmediato por toda la ciudadanía con el liderazgo de sus autoridades.

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS