Editorial


Las carreteras, un desafío inmenso

Muchas de las vías son pasos importantes, cuyo cierre causa dificultades enormes debido a que no hay rutas alternas y por ellas se moviliza el transporte de alimentos desde zonas rurales, y en otras los vehículos deben  desviarse por rutas que no están en mal estado.La tragedia vial del país como consecuencia del invierno se suma a los desastres que han causado más de 140 muertos, han arrasado cientos de viviendas y han dejado más de 500 mil damnificados, apenas en los últimos tres meses.
Los daños a las carreteras provocados por el invierno el año pasado empeoraron con el de este año, haciendo colapsar la infraestructura vial nacional y local, bastante frágil por nuestra geografía montañosa.
Este año, el transporte de carga por carretera se ha convertido en un verdadero drama, debido a esos cierres totales o parciales, lo que también afecta nuestro comercio exterior, porque el terrestre es el medio más utilizado para movilizar mercancías hacia los puertos, aunque no sea el más eficiente.
Lo peor es que los pronósticos de los observatorios meteorológicos parecen indicar que ese azote climático por cuenta de La Niña todavía nos golpeará durante dos o tres meses, provocando aún más saturación de humedad de los suelos y amenaza de más deslizamientos y derrumbes, especialmente en las zonas de pendiente, o en terrenos arcillosos y surcados de grandes rocas.
Nadie puede decir que el gobierno del presidente Santos no ha hecho un esfuerzo descomunal para mitigar los efectos del invierno salido de madre, pero obviamente la prioridad es la atención de los cientos de miles de colombianos que quedaron en la calle y a quienes se debe reubicar o ayudar de inmediato.
Pero todavía hay incertidumbre sobre el costo y el tiempo necesarios para la recuperación de nuestras carreteras, porque los cerca de 2 billones de pesos que invirtió el gobierno anterior en el llamado Plan 2.500, para pavimentación y mantenimiento de la red secundaria y terciaria, tuvieron resultados muy pobres, lo que el propio Ministerio de Transporte atribuye a que se adjudicaron los contratos a las propuestas más baratas, que obviamente eran de menor calidad. Además, hay obras paralizadas y demandas por incumplimiento en al menos 33 casos.
El problema es que Colombia se embarcó en varios TLC y para salir bien librado deberá contar con medios ágiles y económicos para transportar la carga a los puertos, y las asignaciones presupuestales para las carreteras son bajas para semejante emergencia, ya que no sólo hay que reparar lo dañado sino emprender proyectos de gran tamaño, con túneles y viaductos. Y sobre todo, con mucho mejor ingeniería.
Va siendo hora de pensar en la recuperación integral y a fondo de nuestras vías fluviales, como complemento a las carreteras.

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